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El tortuoso camino de Nicolas Colsaerts hacia el Olimpo

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Historias de la fábrica de talentos

En una semana crucial para los chicos que se están labrando su futuro en el Challenge Tour es conveniente recordar la historia de otros que triunfaron antes siguiendo el mismo camino. Por ejemplo, Nicolas Colsaerts.

Sí, Colsaerts también pasó por el Challenge aunque arrancó como un Fórmula Uno. Eso sí, por mucha aceleración que demostró, donde se curtió, preparó y remató su puesta a punto para estar entre los mejores, fue en el Challenge Tour. Se hizo profesional el día que cumplió 18 años, en noviembre del año 2000, tres días antes de jugar la Escuela del Tour donde quedó en quinta posición, convirtiéndose en el tercer jugador más joven en lograr la tarjeta.

Su primera temporada en el European Tour, en 2001, fue un “dejá vu”, la historia típica del buen jugador amateur que llega al Tour y termina con la lengua fuera, haciendo más amigos que resultados -su mejor puesto fue 27º en Portugal-. Perdió la tarjeta y la siguiente temporada regresó al Challenge.

Lo conocí en 2001, en el Challenge de España en Izki, aquel viejo patatal que los vecinos de Urturi decidieron, con gran éxito, convertir en campo de golf bajo la tutela del gran Seve. Me pareció un chico tímido, elegante, con mucha clase -es un guaperas, hay que reconocerlo-, con cierta ansia por llegar lejos, aunque entonces no imaginé que sería tanto. Tras un buen año en el Challenge recuperó la posición y durante las siguientes tres temporadas jugó otra vez en el Tour, rozando victorias que semana a semana se escapaban de sus manos. Así acabó perdiendo de nuevo su posición para el Tour e incluso para el Challenge… Fue una pequeña travesía por el desierto.

El año clave de su carrera fue 2009 cuando, tras una dura etapa de entrenamiento en Australia, obstinado en perseguir sus objetivos como golfista, obtuvo invitaciones para jugar algunos torneos del Challenge Tour. Se fue afianzando a través de buenos resultados hasta que logró su primera victoria en Finlandia en un desempate frente a Rhys Davies. Unos meses después llegaría la segunda. Había vuelto de nuevo al Tour Europeo.

Regresa al Tour un Nicolás Colsaerts maduro, cambiado, con el juego pulido; bromista, querido y respetado por sus compañeros, con un gran corazón dispuesto a ayudar a quien más lo necesita, y con un tiro desde el tee por el que se le empieza a conocer como “la bomba belga”. Esa potencia, entre otras cosas, le llevó a ganar el Volvo China Open de 2011 y vivir su mejor temporada profesional en 2012. Con su victoria en el Volvo World Match Play Olazábal le elige para formar parte del equipo europeo que logró el milagro de Medinah en la Ryder Cup de 2012. Aquello fue un sueño hecho realidad.

El chico belga que empezó como un tiro y el golf le puso en su sitio, jamás tiró la toalla y peleó por lo que más deseaba. Si echamos un vistazo a su palmarés, no es muy extenso en cuanto a victorias, dos en el Challenge y dos en el Tour, pero una de ellas, el Volvo World Match Play, fue frente a los mejores del mundo. Y lo que más brilla, una Ryder victoriosa.

Pero su historial no queda ahí, es joven y aún tiene mucho por escribir. Probablemente será el golfista que represente a Bélgica en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro, donde el golf vuelve a ser olímpico. Si lo logra, no será el primer Colsaerts olímpico, seguirá la senda marcada por su bisabuelo, que representó a Bélgica en baloncesto y waterpolo en los Juegos Olímpicos de 1920.

Nico, esta semana especialmente dura en el Challenge Tour, es un ejemplo del trabajo bien hecho a tener en cuenta.