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El Valor de llamarse Elvira

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Ballesteros, Cañizares, Piñero, Rivero, Garrido, Beautell, Cabrera Bello… Todas ellas son sagas de golfistas reconocidos que abrieron un camino en el mundo del golf, crearon estela en sus familias y dejaron una huella imborrable en el golf español. Todas estas sagas tuvieron un abanderado que marcó la senda que luego seguirían los suyos: ahí están Seve Ballesteros, José María Cañizares, Manolo Piñero, Pepín Rivero o Antonio Garrido. Hay ahora otra saga en el golf español que no ha hecho más que empezar: Los Elvira.

Todos los nombrados tuvieron cierta relación con un campo de golf desde muy jóvenes, eran caddies o trabajaban en un campo. Pero claro, era otra época. Aquel contacto con un campo de golf fue lo que les impulsó a amar este deporte y llegar a ser los mejores. Sin embargo, los Elvira no tienen antecedentes en golf. De hecho, los padres de Nacho y Manolo empezaron a jugar al mismo tiempo que Nacho, el primogénito. Así, Manuel y Mónica incluyeron el deporte del golf en la brillante educación de sus hijos, y compartieron sus comienzos con la que se perfila como una de las sagas con más futuro del golf español.

Aunque viven en Santander, sus primeros golpes los dieron en Asturias, en el recorrido de Llanes. «Allí jugaban unos amigos míos –asegura Manuel, el padre de los hermanos Elvira –. Ellos me convencieron para probar y me fui con Nacho, cuando tenía sólo seis años, a aprender. Rápidamente, demostró que tenía aptitudes y pronto le formaron para competir. Luego nació Manolo, y empezó a jugar desde muy chiquitín, siguiendo los pasos de su hermano. A partir de ahí, toda nuestra vida ha estado unida al golf de los chicos».

Lo que empezó siendo un hobbie, un deporte que podían practicar todos juntos, acabó perfilándose como una profesión que se alejaba considerablemente de la de sus padres, veterinario y profesora de francés. «Empezamos a vivir por y para el golf. Viajes, competiciones aquí y allá, entrenamientos… siempre les acompañamos para hacer del golf algo muy familiar».

«A Nacho le dieron la Beca Blanca Mayor, estuvo en la Blume y fue una experiencia preciosa». Luego le dieron la beca para estudiar la carrera en la Universidad de Texas, donde fue uno de los puntales de los «Aggies» (como se denominan los jugadores de esta universidad). Luchó hasta llegar a lo más alto y conseguir su Old Sarge, una funda de Driver que no está al alcance de cualquiera y que luce con orgullo allá donde va. «Al final, el resultado es muy satisfactorio –asegura su padre- pero no fue fácil, de hecho el primer año fue bastante duro por la adaptación, el idioma, estar tan lejos, pero es muy trabajador, se marcó sus objetivos y su entrenador hablaba maravillas de él».

Su palmarés es brillante desde su más corta edad: Campeón de España Infantil (2001), Cadete (2003), Campeón de España de Dobles y Campeón de España absoluto (2007) entre otras victorias, a las que siguieron la Barona Collegiate Cup (NCAA) en 2008. Dio el salto a profesional en 2011, con 24 años y pronto logró su primera victoria en el Challenge Tour, en el Foshan Open de 2013, un título que lo catapultó al Tour Europeo. Actualmente lidera el Challenge Road to Oman tras sus dos recientes victorias en el Challenge de Madrid y el Karnten Golf Open. Está listo para regresar al más alto nivel con los mejores del golf mundial.

La trayectoria de Manolo no tiene nada que envidiar a la de Nacho. Ha tenido siempre en su hermano un ejemplo a seguir, y lejos de sembrar una rivalidad, han creado entre los dos una preciosa relación de admiración, respaldada por una brillante educación trabajada día a día por sus padres. «Mi mujer es la artífice de su educación –asegura Manuel- ha sido muy perseverante para hacer de ellos, ante todo, dos buenos chicos, y educados en valores».

Manolo ha participado en todas las competiciones que años atrás disputó su hermano y, siguiendo sus pasos, ganó el Campeonato de España Infantil de Clubs en 2009 y diferentes competiciones en Cantabria y Asturias, representando a la RFEG con éxito en numerosas competiciones en Match Play. Tras su paso por la Blume, también dio el salto a Estados Unidos, a la Universidad de UCF (Universidad Central de Florida en Orlando), donde está afilando los palos para llegar a lo más alto del golf.

A pesar de las inmensas alegrías que el golf está brindando a la familia Elvira, Manuel confiesa ciertas reticencias a que Manolo continúe los pasos de Nacho en esta durísima profesión: «Por supuesto que Manolo debe hacer lo que le haga feliz, esto siempre se lo hemos dicho a nuestros hijos, pero Nacho nos demuestra día a día lo dura que es esta vida. Se pasa mucho tiempo fuera de casa, cada fin de semana es un sufrimiento, y ya no sólo te encuentras con dificultades en el golf, es que de repente aparecen lesiones que truncan tu camino, como la osteocondritis que tuvo Nacho, que le dejó bastante fastidiado y no pudo competir un tiempo. El golf es muy bonito para verlo pero es muy duro vivirlo. No obstante, él es quien tiene que tomar su decisión, que aún es pronto, y la que tome la respetaremos y le apoyaremos siempre».

Los historiales de Nacho y Manolo marchan en paralelo, tienen un estilo muy similar pero cada uno con sus fortalezas: «Lo mejor de Manolo es el toque de bola, está trabajando su swing y hace poco me mandó unos vídeos que me quedé impresionado –afirma Nacho de su hermano, que comparte con él sus avances en Orlando-«. «De Nacho, yo destacaría su juego corto –asegura Manuel- es una maravilla, cuando era más joven no cazaba una calle, pero ha mejorado muchísimo su juego largo con todo el trabajo que está haciendo ahora con el equipo de Pepín Rivero, aunque su fuerte es el juego corto. Pero lo que tienen los dos es un enorme talento y muchísima ilusión».

Nacho y Manolo, Manolo y Nacho, son dos golfistas que ya están haciendo mucho ruido, uno a nivel profesional y el benjamín aún en el amateur, pero que mano a mano pueden llegar muy lejos. Los dos chicos cántabros que dejan huella allá donde van, no sólo por su juego sino, mucho más, por su carisma y su saber estar.

«Como padres, les hemos dado todos los consejos que hemos podido, considerando que en nuestra familia no hay profesionales de golf: que sean buenas personas, honestas, humildes, trabajadores, que respeten siempre a los demás, que nunca le den la espalda a un amigo y que valoren a la gente por lo que son. Valores, valores, valores, y sobre todo, constancia, soñar. Si sueñas, llegarás, la vida no te regala nada, trabaja y se verá recompensado».

Valores propios del golf, un gran trabajo realizado mano a mano por Mónica y Manuel, que han dejado en herencia dos grandes triunfadores del golf español. Será bonito verles competir juntos en los mejores torneos de golf.