Joel Moscatel (-14) ha ganado el Challenge de España, el triunfo número 69 del golf español en los 35 años de historia del Challenge Tour. No está nada mal el registro, aunque no deja de ser sólo eso, un registro. Pero es muy posible, incluso probable, que esta victoria tenga un significado mayor con el paso del tiempo, pues nos encontramos ante un jugador en el que se advierte, se intuye si ustedes lo prefieren, un largo y exitoso recorrido.
Puede haber quien tuerza el gesto ante semejante aseveración, pues la trayectoria de Moscatel en el golf de alta competición, con 25 años ya cumplidos, no es hasta la fecha un prodigio de éxitos y resultados, ni siquiera después de este triunfo en el Real Club Sevilla Golf. Y tampoco fue un ganador o un fuera de serie en su etapa amateur. Sin embargo…
Nos hallamos ante un caso peculiar, no hay duda. Y puede que una explicación de quien es su entrenador hace cinco años, Alex Larrazábal, arroje la luz necesaria para entender este fenómeno. “Joel es un jugador con un talento enorme y unas habilidades excepcionales desde que era muy pequeño (empezó a jugar al golf antes de cumplir los cinco años de edad) y, además, es un gran atleta, con una gran coordinación, hasta tal punto que yo siempre he pensado que habría tenido éxito en cualquier deporte que hubiera escogido… Pues bien, según lo veo yo, todo esto ha hecho que las cosas fueran fáciles para él y en el fondo no le ha ayudado a desarrollar otras parcelas que son muy importantes, como el carácter o el oficio. Esto, llevado al golf, se puede concretar en la toma de decisiones en el campo, que nunca fue uno de sus puntos fuertes. Hace tiempo ya vimos que la ayuda de un buen caddie podía suplir esas carencias, como se ha demostrado esta semana con Alberto Calvo en la bolsa”.
A Moscatel todavía le queda un largo trecho en la tarea de hacer acopio de experiencia y oficio, pero su triunfo de este domingo no ha sido producto de ninguna carambola barata. Ninguno lo es a estos niveles, por cierto. Pero mucho menos el de esta semana. Por varias razones.
La primera. El escenario. De acuerdo, a un jugador que pega muy largo y muy recto, como es su caso, le venía de cine el recorrido del Real Club Sevilla Golf. Pero esta semana, en este campo, había que jugar un golf de altísimo nivel para firmar cuatro tarjetas por debajo del par (sólo ocho jugadores lo han conseguido), tres de ellas por debajo de los setenta golpes. Esos greenes rápidos y firmes, sobre todo firmes, han causado algo más que dolores de cabeza.
La segunda. No es que haya ganado, es cómo ha ganado. Era la primera vez que Joel Moscatel salía en el último partido de la ronda decisiva en un torneo profesional y su despliegue ha sido más que notable. De hecho, para ganar ha tenido que firmar el segundo mejor resultado del día, una tarjeta de 67 golpes en un campo, hay que insistir, donde no se regalan las opciones de birdie. Lo ha hecho, además, sin que pueda decirse que haya tenido un gran día con el putter en las manos, uno de esos días en los que todo va para adentro y la tarea se simplifica una barbaridad. Y aún hay más: Moscatel ha arrancado con fuerza (birdie en el hoyo 1), pero luego se ha ido metiendo de verdad en faena, templando los nervios, y a la hora de la verdad, los nueve segundos, ha elevado el nivel de juego.
La tercera. Sus rivales directos han resistido hasta el final. Nadie le ha entregado nada, con parciales por debajo del par en el último tercio de la vuelta.
La cuarta. Entre esos rivales directos se encontraba un jugador, el danés Rasmus Neergaard Petersen, que es el mejor hasta la fecha y de largo en el circuito, hasta el punto de que estaba buscando en Sevilla su tercer triunfo de la temporada, que lo hubiera catapultado ya mismo al DP World Tour. Veremos dónde acaba este año el joven danés, pero la plaza en la primera división del golf europeo ya la tiene asegurada para 2025, sea o no por la vía rápida, y además va derechito al top cien del mundo con una naturalidad y rapidez tremendas, siendo todavía un jugador del Challenge Tour.
Y la quinta. Hay golpes y situaciones que separan a los buenos de los muy buenos. La sacada de bunker de Moscatel en el hoyo 11 es uno de esos golpes y una de esas situaciones. Como él mismo ha reconocido, estaba en una posición más de bogey que otra cosa en este par 3, pues tenía que sacar la bola de la trampa de arena hacia una bandera más bien corta que además recibía en vertiginosa cuesta abajo. Pues bien: la enchufaba para birdie limpia, cristalina y mansa. Más tarde, en el 18, intuyendo que necesitaba el birdie para salir al desempate (no tenía la seguridad de que en realidad era para ganar), pegaba un segundo golpe desde el rough majestuoso, con el efecto de retroceso justo y necesario para no irse al agua y cuando en el manual de los simplemente mortales lo que pone es que, en tal situación, hay que llevar la bola al centro del green y después ya veremos que hacemos…
Por suerte o por desgracia la tarea en el Challenge Tour es ardua y complicadísima. Se premia y valora la regularidad en la excelencia como en ningún otro circuito. Ni siquiera con esta victoria tiene asegurada el español una plaza entre los veinte mejores al final de la temporada, que son los que consiguen los derechos de juego del DP World Tour. Así que Joel va a tener que seguir apretando y apareciendo ahí arriba una y otra vez. Hoy, ahora mismo, después de semejante exhibición, casi nos parece imposible que no vaya a conseguirlo, una vez que ha desatado y ordenado su descomunal talento.