La historia del Challenge de Alemania pudo dar un giro inesperado en el último suspiro este domingo. Manuel Elvira, tercer componente del partido estelar, llegaba al 18 necesitado de algo mágico. Muy mágico. El eagle podría meterle en el play off, contando con que Gradecki no consiguiera el birdie en el par 5 y que Alex no hiciera lo del día anterior que, si lo recuerdan, acabó con eagle. El cántabro había estado solidísimo toda la jornada -0 bogeys- pero en el último tramo de la vuelta había visto como el polaco se había alejado lo justo para dejarle prácticamente sin opciones.
Con esas se plantaba en el hoyo 18. Después de colocar su segundo golpe a unos 104 metros, el español cogía un blaster de 54 grados y pegaba un golpe perfecto, magistral, directo a la bandera. Tan perfecto era el golpe que la bola literalmente “entraba” en el hoyo durante unas centésimas de segundo para acto seguido salir del mismo. Para mayor desgracia, salía escupida con bastante potencia y finalmente acababa a unos cinco-seis metros del hoyo. Con el polaco metido en problemas, Elvira todavía tendría esta opción para meterse en un hipotético play off, pero los astros no estaban con él. Su putt de birdie se quedaba a tan solo un milímetro, ¡qué digo milímetro!, a tan solo un hilito de entrar. “La he metido de vuelo y se ha salido, y el putt de birdie se ha quedado colgando. Pero colgando, que si soplo la meto”, relataba a Ten Golf.
El caprichoso cinco del 18 le otorgaba una tarjeta final de 69 golpes, y una tercera posición que le permite salir muy reforzado de cara a la segunda parte de la temporada. Por lo pronto, el español ha conseguido su mejor posición en el Challenge Tour. Nunca había quedado entre los cinco primeros. Además, enlaza dos semanas consecutivas entre los diez mejores -fue séptimo en Austria- y pega un salto en la Road to Mallorca de categoría, hasta la 42ª posición, curiosamente la plaza que ocupaba Alejandro del Rey antes de su victoria.
Es momento de mirar hacia esas 20 plazas que otorgarán la tarjeta del DP World Tour. Un objetivo ambicioso, pero con esta dinámica de juego más que realista.
