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Nacho Garrido busca a aquel muchacho del Challenge Tour

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Nacho Garrido. © Golffile
Nacho Garrido. © Golffile

Nacho Garrido fue el primer profesional español graduado en el Challenge Tour, así que bien podría considerarse el pionero de los pioneros.  Lo consiguió en el año 1993, unos meses después de hacerse profesional. Fue llegar y besar el santo. Una salida vertiginosa hacia la élite. Siguió los pasos de su padre, Antonio, y muy pronto se convertiría en uno de los profesionales españoles más destacados. Ganó el prestigioso PGA Championship de Wentworth y jugó la Ryder Cup de Valderrama. Una poderosa carrera con más de veinte años con la tarjeta del Circuito Europeo en el bolsillo que comenzó en el Challenge.

Garrido siempre tuvo las ideas muy claras. Bebió del conocimiento de su padre y prácticamente fue un adelantado a su tiempo. Fue de los primeros profesionales españoles que concedió importancia a la preparación física y también fue el primero en darse cuenta de la importancia de ir paso a paso, aprovechando todas las oportunidades que te ofrece un circuito de formación como el Challenge Tour.

«En aquellla época todos los profesionales estaban obsesionados con sacar la tarjeta por la Escuela; yo preferí esperar, dejé pasar la Escuela y me hice profesional después. Mi planteamiento fue, y si tengo «la mala suerte», entre comillas por supuesto, de sacar la tarjeta, ¿qué hago en el Tour, si casi soy aún amateur y no voy preparado? No quise darme la opción de arrastrarme, sabía que tenía que curtirme, ir etapa a etapa, así que decidí jugar el Challenge Tour», asegura con convicción rotunda.

Garrido aprendió y disfrutó en su medio año en el Challenge. Fue la lanzadera perfecta a su carrera. «Me lo pasé realmente bien. Tuve la suerte de que mi padre terminaba su etapa en el Tour Europeo y empezó a venir conmigo a los viajes, y además también Peio (Iguarán) jugaba el Challenge, así que era como ir con amigos. Fue una gran experiencia», apunta.

El golfista madrileño cogió carrerilla muy pronto. «Llegué con la temporada empezada, llevaban medio año jugando y yo empecé en junio, fui quedando entre los primeros, me siguieron invitando a más torneos, gané uno e hice varios segundos y terceros puestos. Jugando así, la experiencia fue fantástica. Al llegar al último torneo de la temporada el sábado sabía que sólo me valía ganar si quería llegar al Tour, y ganar fue el cierre de un año precioso que me abrió las puertas al Tour Europeo casi sin quererlo», recuerda con una sonrisa de oreja a oreja.

El paso por el Challenge fue breve, pero le dejó un poso enorme, y no todo fue agradable, también se curtió a las duras. «Recuerdo una experiencia dura en cuanto a competición. Jugábamos el último torneo, el APG de España en Islantilla; yo iba primero con una ventaja de 3 ó 4 golpes, y a 7 del tercero, amplia. Como cambiaron las barras de salidas, tuvieron que anular una vuelta y me quitaron una de 67 golpes que me pareció una injusticia, porque cambió completamente la clasificación e íbamos unos cuantos empatados. Pero yo soy positivo, muy dado a darle la vuelta a las cosas y dije, no pasa nada, si hice 67 podré repetir. Efectivamente el tercer día volví a hacer 67 golpes, me puse líder y gané el torneo. Fue como una prueba más de saber si tienes la fuerza suficiente para salir adelante», explica.

Nacho jugó el Challenge hace 22 años, pero no olvida aquella experiencia. Tanto es así que ahora mismo está dispuesto a recuperar la actitud de aquellos primeros impulsos para construir su regreso con los mejores. «Fue un año muy bonito, pasó muy rápido. La experiencia del Challenge me ha servido mucho a lo largo de mi vida, especialmente ahora que estoy planificando mi regreso a la competición con la misma mentalidad de esa época: sin prisas, etapa a etapa», apunta.

Garrido lo tiene muy claro en cuanto al Challenge y los jugadores jóvenes. Lo recomienda encarecidamente. «A los chicos que empiezan ahora, todos en general pero especialmente con los que trabajo en mi escuela, El Estudiante, les digo que hay que competir paso a paso, primero a nivel bajo y cuando vas pasando etapas, subes de nivel, torneos locales, Alps Tour, Challenge Tour, y Tour Europeo. Económicamente supone un esfuerzo, pero aquí es donde creo que tienen que apoyar las Federaciones Territoriales, porque en estas primeras etapas es cuando de verdad se necesita y cuando merece la pena. Ahí es donde se ve si un jugador tiene futuro, y se debe apostar por él. Para llegar a lo más alto hay que pasar por etapas, y el Challenge Tour es fundamental, en mi carrera de hecho lo fue, un guardo un bonito recuerdo de aquella época».