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Una humilde advertencia

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Historias de la Fábrica de Talentos

El Challenge Tour, donde se forman los héroes. Esto, que suena a publicidad, es una realidad como un templo. Así ha quedado demostrado una temporada más y se volverá a demostrar en la próxima que, desgraciadamente, no arrancará hasta marzo de 2015.

Ha sido un año de éxitos en el que hemos vivido las triples victorias de dos jóvenes talentos –quédense con estos nombres, Moritz Lampert y Benjamin Hebert, llamados a protagonizar grandes hazañas en el futuro–. Además, hemos logrado dos victorias españolas y se han curtido jugadores que, finalizado el circuito, saltaron de inmediato a disputar la temporada 2015 del European Tour.

Realmente el Challenge es una fábrica de talentos, y si no, echen un vistazo al equipo victorioso de la Ryder Cup, donde ocho de sus miembros provenían de este circuito, hasta hace unos años considerado injustamente «inferior».

El Challenge Tour ya no es lo que era. Ha evolucionado al igual que tantas otras cosas y ya no se puede considerar una segunda división, sino una continuación del Tour. Estos jugadores no están en el Tour porque no caben ya más talentos, que si no, estarían. Igual se debería llamar «European Tour cont. (de continuación)». Porque el hecho de que sea un segundo circuito no significa que sea un circuito de segunda.

El Challenge Tour está al mismo nivel de competición, de juego y de espectáculo que el European Tour. Eso sí, con algunas diferencias.

Y la principal es que, mientras la temporada en el Tour Europeo comienza en el mes de diciembre, y el PGA Tour lo hace en octubre (algo que a mí sigue sin cuadrarme, la verdad), el Challenge no lo hará hasta el mes de marzo en Kenia. Sinceramente, no me cabe en la cabeza, no sé cómo pueden estar cuatro meses parados estos grandísimos jugadores. Es más, me parecen un absoluto desperdicio de talento y de espectáculo de golf.

El Challenge Tour debería empezar en enero, con torneos en los países más calurosos, y después ir subiendo a las regiones más frías según avance la temporada. ¿Quién o qué lo impide? Pues qué les voy a decir: el vil metal.

Parece que a las empresas que apuestan por el golf les cuesta mirar por el rabillo del ojo a este circuito y, sin embargo, se debería mirar de frente y con mirada penetrante, porque aquí es donde se puede apostar por el jugador del futuro.

Permítanme que me repita en algo que ya indiqué hace unos meses: ¿Por qué Rafa Nadal es imagen de Kia? ¿Y Fernando Alonso de Viceroy? Si nos paramos a pensar un segundo, se nos ocurren muchas otras marcas de coches y relojes acordes con la condición de cada uno de estos campeones, pero ellos apostaron por Nadal y Alonso cuando comenzaron, y ellos, de bien nacido es ser agradecido, siguen ahí paseando estas marcas por cada lugar del mundo que pisan.

Un humilde aviso a empresarios, compañías y promotores: aún están a tiempo de invertir en los golfistas del futuro, los que en pocos años pueden estar poniéndose una chaqueta verde, jugando la Ryder Cup o representándo a su país en los Juegos Olímpicos. Es el momento. Y la recompensa será infinita. Si yo tuviese esta oportunidad entre mis manos, no lo dudaría: el futuro del golf está a su alcance y se llama Challenge Tour.