Inicio Grandes Circuitos Carlos mantiene vivo el sueño sin dormirse en los laureles

Carlos mantiene vivo el sueño sin dormirse en los laureles

Compartir
Carlos Del Moral. © Golffile | Thos Caffrey
Carlos Del Moral. © Golffile | Thos Caffrey

Ha sido capaz de dormirse profundamente en un avión hasta quedarse encajado en el asiento, en la recepción de un hotel, en el tee del 1 o encima de un plato de espaguetis, sin embargo este chico, ya padre de familia, que ha sabido vencer a su narcolepsia, no se duerme en los laureles y busca su regreso al Tour Europeo.

Doce años después de hacerse profesional, y con 32 ahora, mantiene esa cara de pillo, esa mirada brillante y ese encantador descaro que tenía cuando, con 20 años, abandonó una prometedora carrera de Marketing en la Universidad de Oklahoma para dar el gran paso. “¡Fue casi un cisma familiar! Soy el pequeño de la familia, no había mucha afición al golf más que amateur, y no les gustó que dejase la carrera y me metiese en una profesión que no entendían. Eso de estudiar por estudiar algo porque todo el mundo lo hace, no iba conmigo; yo quería jugar al golf. Tuve muchas discusiones con mis padres, y poco entendimiento por su parte, pero enseguida les demostré que era lo que quería hacer”. Y efectivamente, nada más llegar de Estados Unidos jugó su primer torneo como profesional invitado en el Peugeot de Oliva Nova y ganó. Veni, vidi, vici.

«Cuando abandoné la carrera de marketing en Oklahoma fue casi un cisma familiar»

Esto le abrió las puertas que necesitaba en ese momento para seguir adelante con su arriesgada apuesta: “Javier Gervás apostó por mí, me consiguió invitaciones para el Challenge, gané y tiré para adelante. Ahora miro para atrás y pienso que, en la sociedad que vivimos, no me habría costado nada aguantar en Oklahoma y me habría quitado muchas piedras del camino, pero después de doce años viviendo en este mundo, tengo muy claro que es lo que me gusta”.

Carlos del Moral. © Golffile | David Lloyd
Carlos del Moral. © Golffile | David Lloyd

«Éste es un deporte que exige una gran madurez, frialdad y con 23 años esa frialdad no existe en ninguna parte de tu cuerpo»

Y a partir de ahí empezó un camino de rosas y espinas, marcado por un talento que le mantuvo durante años en el Tour Europeo: “Fue un poco complicado todo en el primer año. Eres joven, parece que tienes talento, te dejas aconsejar y no siempre son buenos los consejos. Empezando por el material, que todo el mundo te da palos para probar, y parece fascinante pero despista. No dejas de ser un chaval que está por crecer. Éste es un deporte que exige una gran madurez, frialdad y con 23 años esa frialdad no existe en ninguna parte de tu cuerpo. Es complicado. Eso de llevar una vida sana, ordenada, horarios de entrenamiento, controlar las salidas… es difícil de manejar. De repente vives solo, te organizas tu vida, sin tener que dar explicaciones en casa mientras mis amigos todavía pedían permiso para salir e incluso la paga cuando yo ya estaba cobrando bastante dinero, eres guapete, tienes éxito, la gente te admira… en fin, yo no era tan frío como para manejarlo bien, pero que me quiten lo bailao. Tengo un amigo que dice que cuando no trotas a los 20, galopas a los 40, y yo troté, vaya si troté; lo último que me gustaría es galopar a los 40 y para ello estoy trabajando”.

Esto que parece una vida fascinante se vuelve complicada cuando, de repente pierdes el rumbo, bien sea por un mal consejo o un cambio de técnica que no procede y que te lleva a desmontar todo el castillo que tenías armado. “Me he dado cuenta de que falta una figura para todos aquellos chicos que empiezan: alguien que te guíe, que no necesariamente tiene que ser una persona que sepa de golf. Yo me lié con profesionales, con cambios de material, de swing… quise dar un paso adelante y no di con la gente adecuada; diez años más tarde empiezo a ver la luz”.

«Falta una figura para los chicos que empiezan, alguien que te guíe»

La anécdota con Lee Slattery

¿Qué pasó exactamente? “De repente, empecé a jugar peor. Había desaparecido ese talento que parecía que tenía en las manos. El material de golf evolucionó de forma que a mí me ha perjudicado, no nos hemos adaptado bien. Si a esto le sumas que falleció mi padre, empezó a haber problemas familiares y a partir de ahí tuve un bajón físico y mental. Por si fuera poco, lo hice aún más complicado. Recuerdo jugando un día con Lee Slattery, me dijo que había cambiado de casa, se había casado y había sido padre todo de golpe, y me recomendaba que no lo hiciese todo junto porque afectó enormemente a su juego; por supuesto en aquel momento me reí mucho y le dije que no, que yo no lo haría… y caí tal cual, paso por paso: me fui a vivir a Estepona, me casé y enseguida nació mi hijo Hugo, una maravilla pero que duerme fatal”.

«Recuerdo una vez que me desperté a las tres de la mañana y me fui a jugar…»

El sueño ha sido siempre un hándicap que vencer a lo largo de su carrera, y parece que su hijo lo ha heredado pero al revés, si Carlos se dormía con facilidad, Hugo es todo lo contrario pues, seguramente inquieto como su padre, tiene mucho que descubrir. “Tuve muchos problemas con el sueño, recuerdo una vez que me desperté a las tres de la mañana y me fui a jugar pero cuando me di cuenta de la hora, me quedé en la recepción del hotel porque me daba miedo volver a la cama, dormirme y no llegar al tee de salida. Me diagnosticaron narcolepsia, pero no a un grado en el que podía medicarme sin dar positivo en los controles de doping, así que tuve que regular mis hábitos y vencerlo de forma natural; me conozco mucho y ahora soy capaz de controlar aquello de quedarme dormido estuviese donde estuviese. Mi hijo es al revés, no hay manera de que se duerma y yo que quiero estar todo el rato con él, lo estoy sufriendo, la verdad”.

Cualquier referencia que hace el valenciano está relacionada con su familia, que ha sido un pilar fundamental de su vida: sus padres, sus hermanos, y ahora su mujer Karin y su hijo. “Ser padre es lo mejor que me ha pasado, pero el momento que llegó fue complicado por mi situación personal y profesional, y de alguna forma ha tenido un punto de amargura. Me dedico a él todo lo que puedo, si fallo un corte vuelvo corriendo para verle, cuando estoy en casa estoy con él, no me gusta ser padre de otra forma pero al mismo tiempo me fui abandonando, perdí masa muscular, velocidad de swing, la cabeza no estaba en su sitio, el cuerpo no estaba poderoso y fue una combinación letal”.

“Ser padre es lo mejor que me ha pasado, pero el momento que llegó fue complicado por mi situación personal y profesional»

El reencuentro con Luis Espí

Así que, lejos de plantearse en ningún momento abandonar su pasión y profesión, buscó la solución y marcha por el buen camino: “Ahora mismo estoy cambiando y encontrando la tendencia. Me encontraba mal, tuve un tirón en el cuello, físicamente estaba mal y el cuerpo me dijo, o cambias, o cambio yo. Tuve la suerte de encontrarme con una persona que me conocía de cuando era un chaval y el tiempo me acercó a él, a Luis Espí, experto biomecánico, y me ha abierto unas puertas importantes. Él pensaba que yo tiraba a vaguete, y se ha dado cuenta de lo que puedo trabajar para llegar donde quiero estar”.

Y con esta determinación y fuerza se ha enfrentado con madurez a otro varapalo que, lejos de hundirle le ha llevado a tomar decisiones importantes: “Acabamos de pasar un susto con mi madre, se está recuperando de una operación de corazón importante; verla salir del quirófano fue muy duro, así era imposible jugar bien y ahí están mis últimos resultados. Hablé con Karin y nos vamos a vivir a Valencia, quiero estar cerca de ella y que disfrute de su nieto Hugo. Empieza una nueva vida y siento estoy en el camino correcto, es un momento crucial de mi vida: el próximo año y medio marcará mi carrera”.

«Empieza una nueva vida y siento que estoy en el camino correcto, es un momento crucial de mi vida»

A pesar de sus victorias, recuerda su mejor momento profesional: “en 2010, cuando Álvaro Quirós ganó el Open de España en Sevilla yo estaba jugando mi mejor golf. Sentía que controlaba todos los aspectos de mi juego y a eso quiero volver”.

Sus idas y vueltas del Challenge al Tour y viceversa no es algo que le preocupe, ni que le presione: “lo que me frustra es no ser capaz de estar a mi nivel sino en un nivel inferior a mis posibilidades, esté donde esté. No me obsesiona volver pronto al Tour Europeo; jugaré el circuito que sea, ya sea el Tour, el Challenge o el Alps, mi objetivo es volver a estar a mi nivel y volar la bola como sé que puedo hacerlo. Sentirme bien con lo que hago, que llevo mucho tiempo sin estarlo. He estado mucho tiempo en el Tour Europeo jugando muy mal, pero tengo un talento que, con conectar un par de neuronas, me saco la tarjeta. Y no es esto. Ahora quiero hacer que todo salga igual o mejor desde la consciencia y la madurez”.

La relación con Karin

Esa madurez que alcanzó con los años, los palos, y la llegada de Karin a su vida, una gran jugadora de golf, campeona Junior en Suecia: “Nos conocimos en un torneo del Challenge en Suecia; esa semana no entré en el Tour, me fui a jugarlo y nos conocimos allí. Venía a verme jugar y fue la primera tía que estaba a las 8 de la mañana en el campo para verme salir, ¡me dejó impresionado! Le apasiona el golf, me hizo de caddie cuando gané la escuela y es una mujer maravillosa. Me ha hecho madurar, estamos muy felices juntos. Ahora empieza una nueva vida, volvemos a Valencia y con nuestro hijo Hugo, que es una bestia. Es un reto, ahí estamos los dos lidiando con la educación sueco-española; no es lo mismo tener un hijo, que tener un hijo con una sueca, se ven las diferencias en la forma de educar, de vivir…”.

«Le apasiona el golf, me hizo de caddie cuando gané la escuela y es una mujer maravillosa»

Carlos nunca tiró la toalla a pesar de los baches que ha tenido que superar, y el hecho de encontrarse en el puesto 117 de la Road to Omán no sólo no le preocupa sino que le motiva: “Sé que no va a ser fácil volver a estar donde estuve un día, pero el talento volverá. He estado mucho tiempo perdido y me va a costar pero llegaré. Ahora tengo un mes para prepararme para la PQ2. Estoy recuperando sensaciones que pensé que tenía olvidadas de cuando era pequeño, cómo subía el palo, gestos… Noto que las cosas van bien pero sé que los resultados no llegan sólo con esto. En el caso de que no saliera, no tiro la toalla jamás, voy a poner todo para recuperar mi cien por cien”.

«He estado mucho tiempo perdido y me va a costar pero llegaré»

Valentía, empuje, descaro y decisión no le faltan a Carlos, un jugador que “conectando neuronas” recuperó sus derechos ganando la Escuela en 2013 y 2014, y volverá a hacerlo para regresar al Tour con madurez y coraje, y ese talento innato que está a punto de salir de su letargo.