Jennifer Rosales y Dorothy Delasin rompieron ayer todos los pronósticos y se llevaron la Copa del Mundo, disputada en Sudáfrica…
Las jugadoras filipinas batieron a las corenas tras un extraordinario final y se han ganado por derecho propio un hueco en la historia del deporte de Filipinas. Esta victoria debe suponer un impulso importante para el golf de este país asiático.
Esta Copa del Mundo también debe abrir una reflexión en el golf europeo femenino, al menos en cuanto a su relación con este torneo, que tiene la pretensión de convertirse en una cita importante en el calendario internacional. No hay ningún país europeo entre los cuatro primeros y sólo tres entre los diez mejores. Francia, con un quinto puesto, es la que ha defendido el pabellón del viejo continente con más acierto. Parece muy poco bagaje para países como Suecia, Inlglaterra, Alemania o España. Es cierto que una buena parte de las primeras espadas de estos países no han acudido al campo de Gary Player, lo cual no hace sino desvirtuar el campeonato. Al fin y al cabo, es algo muy parecido a lo que ocurre con la Copa del Mundo masculina.
La última ronda de la Copa del Mundo se disputó también a mejor bola, como el viernes y las mejores fueron Filipinas y Japón. España, con Paula Martí y Tania Elósegui, firmó el mismo resultado que el viernes, 69 golpes, y subió un puesto en la clasificación. Han terminado en el 16º lugar, igualadas con Italia con +1 en el acumulado, a la friolera de 19 golpes de Filipinas.
La Copa del Mundo sigue sin ser un torneo propicio para las españolas. Al menos, Paula y Tania se quitaron ayer la espina de los últimos nueve hoyos del recorrido de Gary Player, ya que consiguieron hacerle tres birdies y acabar bajo par (-1 por culpa de dos bogeys).
