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Declaraciones de Rafa Cabrera Bello en la previa del ACCIONA Open de España

Se te nota en la mirada

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Rafa Cabrera Bello. © Eoin Clarke | Golffile
Rafa Cabrera Bello. © Eoin Clarke | Golffile All photos usage must carry mandatory copyright credit (© Golffile | Eoin Clarke)

Casualidad o no, a Rafa Cabrera Bello le sentó fatal aquel parón obligado por culpa del Covid-19 en los primeros meses de 2020. Había comenzado aquel año dentro del top 50 mundial (43º) y, justo antes de que la pandemia se lo llevara todo por delante, ahí se mantenía (44º). Sin embargo, una vez se retomó la competición cada vez le fue costando más encadenar buenas semanas y notables resultados, hasta el punto de terminar el año 2020 justo fuera del top 100 mundial, después de haberse mantenido casi cinco años dentro del top 50 (2016-2020)…

Desde entonces hasta el día de hoy, han sido dos años duros en la oficina. Y lo de la oficina tiene todo el sentido del mundo, dado el empeño que pone siempre en separar lo profesional de lo personal (“tengo salud, una familia feliz y el golf no puede llevárselo todo por delante”, puntualiza el canario).

Es cierto que justo en mitad de la noche obscura, de repente, sin que él todavía sea capaz de explicarlo, ganaba el Open de España (octubre 2021), título que va a tratar de defender esta semana en el mismo escenario donde cantaba victoria, el Club de Campo Villa de Madrid: “todavía no sé de dónde saqué esa magia para ganar el torneo”, reconoce.

Y también es verdad que, unas cuantas semanas después de aquella victoria, ya en 2022, terminaba segundo en Abu Dhabi. Sin embargo, aquello eran los brillantes coletazos del genio. O sencillamente semanas en las que todo cuadraba. Nada que ver con lo que el jugador español siente a día de hoy, que bien podría resumirse de la siguiente manera: sabe que el golf todavía le tiene reservados unos cuantos revolcones, como a todos, pero su juego, su swing, ha regresado a la dimensión correcta.

De hecho, viene de fallar el corte en el Alfred Dunhill Links, en tierras escocesas, víctima de aquella jornada de viernes negro (lluvia, lluvia, más lluvia, frío, viento…), pero en su mirada se atisban muchas más certezas y seguridades que incertidumbres. “Ya siento que la bola está haciendo lo que yo quiero que haga. Y no sólo eso, sino que lo está haciendo muchas veces y muy seguido”, nos explica.

No es que encontrara la tecla justa un día concreto o se cayera del caballo. Ha sido un proceso largo que al fin ha cristalizado este pasado mes de agosto. Desde entonces, la lógica prudencia o precaución que sigue a un periodo tan largo de ‘ceguera’ técnica, tan solo le lleva a reconocer que aún debe tomárselo con cierta calma, en los que respecta a los resultados.

En Wentworth, hace unas semanas, dio alguna que otra exhibición, sobre todo pegando a los hierros. Acabó noveno, pero recordó al mejor Cabrera Bello en muchos tramos del torneo. Hoy, al fin, siente que aquello no fue un chisporroteo. Seamos francos: hace un año Rafa jamás hubiera apostado por él en el Open de España; a día de hoy, sin embargo, no le costaría nada hacerlo. “Lucho contra dos años en los que los resultados no han sido buenos, pero cada día que entreno, cada día que salgo a competir, salgo reforzado”.