Hubo un tiempo, no hace tantos meses, en los que el nombre de Pablo Larrazábal estuvo subrayado en la libreta de Luke Donald, capitán europeo de la Ryder Cup. El barcelonés siempre había sido (y sigue siendo) un verso suelto, un genio a su aire, un tipo capaz de brillar algunas semanas como los mejores entre los mejores, de un perfil y estilo únicos e intransferibles.
Pero lo suyo del año 2022 y la primera mitad del 2023 era un asunto todavía mucho más serio, con cuatro triunfos en apenas catorce meses, los que van de marzo del 22 a mayo del 23. De hecho, hasta sorprendió que el circuito europeo en general, y Donald en particular, no tuvieran en cuenta al español para la Hero Cup de principios de este año, auténtico torneo-laboratorio de la Ryder.
Rectificar es de sabios, dicen, así que el propio Donald le hacía una confesión muy particular a Pablo, después de su triunfo en el KLM de finales de mayo: te estoy siguiendo y te quiero en el equipo, vino a decirle. En aquel momento, apenas quedaban cuatro meses para que la escuadra de la Vieja Europa quedara conformada y Donald le estaba asegurando entre líneas que, aunque no se metiera en el equipo por sus propios medios, él era un claro candidato para las elecciones del capitán si conseguía mantener un buen nivel de juego. Entre líneas, pero así de claro, como ahora veremos.
Después, ya se sabe lo que pasó. “Por desgracia, no jugué bien durante el verano”, vuelve a recordar Pablo Larrazábal esta semana en Dubai cuando le ponemos el tema sobre la mesa. No es el barcelonés nadie que se recree en la desdicha, todo lo contrario: pocos como él en la complicadísima tarea de pasar rápido las páginas feas de la vida y la profesión. Sin embargo, en este caso, todavía se muerde el labio cuando se toca la cuestión.
No jugó bien, es cierto, y el mundo se perdió un fourball de fuego, el que indiscutiblemente hubiera formado junto a Jon Rahm. No era sólo una idea vaga perdida en la nube de las ideas vagas… Era una realidad en ciernes. La prueba es que esta semana, aquí, en Dubai, Jon nos ha confirmado que él habló con Donald al respecto. Y obviamente lo hizo varias semanas antes (incluso meses) de la conformación definitiva del equipo, porque además el capitán quiere llegar a la semana de la Ryder con los deberes hechos y es bien sabido que siempre se pregunta a los jugadores, sobre todo a los más importantes, con quienes se ven formando pareja en la Ryder. Jon fue claro con su capitán y una de sus elecciones era Pablo.
“Me hubiese encantado. Si hace falta meter un putt de dos metros en los hoyos 15, 16, 17 o 18 para ganar o empatar un hoyo, Pablo es alguien que, hablando mal, los tiene bien puestos para meterlo. En la Ryder debe estar alguien que sepa ganar y Pablo sabe hacerlo”, explica Jon.
“Imagínate a Jon haciendo de Jon y luego yo aportando algo de fuego cuando la pareja lo necesitara. Sí, creo que hubiera podido aportar ese toque de algo inesperado, un golpe imposible que sacas adelante y ayuda a encender al público, un chipecito que va dentro, un buen putt para salvar una situación delicada…”, asegura Larrazábal, casi relamiéndose con lo que pudo ser y, de momento, no ha sido.
¿De momento? Así es, de momento. No queda más remedio que echar mano de lo que Thomas Bjorn le dijo a Larrazábal cuando se confirmó que se quedaba fuera del equipo: “Pablo, no pienses que ya eres muy viejo para llegar con opciones a otra Ryder”. Que así sea. Amén.