Hubiera sido un bello homenaje fuera cual fuera el resultado. Pero Carlos Pigem (-7), además, ha firmado una tarjeta de 69 golpes en la segunda jornada del Alfred Dunhill Championship sin haber todavía digerido (¿cómo hacerlo?) el triste fallecimiento de su caddie, Pedro Ramseyer. Ha apretado los dientes para superar el tremendo golpe, por inesperado y dramático, que suponía la pérdida de un compañero con el que recién había iniciado una relación profesional, y se ha metido de cabeza en la lucha por el triunfo de cara al fin de semana, a sólo cuatro golpes del líder, Brandon Stone (-11).
Sólo hace falta pararse un minuto a pensar qué habrá pasado por la cabeza de Pigem en la últimas horas, para entender la dificultad de su jornada laboral en Leopard Creek, porque el shock fue bestial y seguro que hasta dudó si salir a jugar. Pedro no era un familiar suyo, ni siquiera un amigo íntimo, pero había química en esa relación entre un veterano de 60 años, curtido en mil batallas, y este joven jugador que aún trata de hacerse un hueco en el mundo profesional. Bravo, entonces, por el esfuerzo y el resultado de Pigem. «Todavía no se cómo he podido jugar bien hoy, a ver si le puedo dedicar una victoria», señalaba el jugador a Ten Golf después de la vuelta.
Pablo Larrazábal (-7) ha seguido como ha podido y un paso por detrás el ritmo de sus ilustres compañeros de partido, Charl Schwartzel (-10, tarjeta de 68 golpes) y Branden Grace (-8, hoy 67), pero el caso es que lo ha seguido (vuelta de 70) y también partirá en los últimos partidos del sábado, con el triunfo a tiro. Es muy cierto que Schwartzel ha perdido el liderato, pero no el control de la situación. Tanto él como Grace tienen mucho que decir, igual que el barcelonés, que por el momento sigue completando su mejor actuación en este escenario.
Pigem y Larrazábal han sido los únicos españoles que han pasado el corte. Pablo Martín (+1), a pesar de su evidente mejora, se ha quedado a las puertas, mientras que Adrián Otaegui (+2) se marcha un año más sin jugar el fin de semana. Pep Anglés y Álvaro Quirós traían demasiado lastre de la primera vuelta y, como era previsible, no han podido remontar.
