Marcel Siem (-15) ha mantenido y hasta incrementado su ventaja como líder del Trofeo Hassan II una vez concluida una apasionante tercera jornada.
Detrás de él saldrán mañana pegando bocados unos rivales de cuidado que saben cómo manejarse cuando se trata de avanzar a hierrazo limpio. Larrazábal, Horsey e Ilonen, todos con -11, a cuatro golpes.
El alemán podría haber dejado medio sentenciado el evento si no hubiese firmado un bogey en el 17, el hoyo más ‘sencillo’ del campo (gran bogey, por cierto, embocando desde dos metros y medio). Casi se contaba con su birdie allí, que le hubiera disparado hacia el Masters (ya saben: si gana aquí podrá debutar en Augusta en un par de semanas), pero eso es mucho contar y cantar por anticipado en semejante test de golf que es el campo del Palacio Real (Agadir, Marruecos), tal y como ha quedado explicado y demostrado a lo largo y ancho de toda la semana.
“Como Marcel tosa un poco mañana, juro que estaré ahí”, repite sonriendo Pablo Larrazábal, que mantiene una excelente relación con el alemán. El barcelonés no se ha metido en el partido estelar, pero eso casi es lo de menos. Se trata de presionar igualmente y desde el principio.
Larrazábal no lo ha pasado hoy especialmente bien. Después de la exhibición de ayer, algunos desajustes en sus hierros, sobre todo con los wedges en la mano, lo traían por la calle de la amargura. Lo que ocurre es que aquella cabeza inquieta y desordenada de antaño (le quedan ramalazos, claro, porque uno es como es, pero con freno y marcha atrás…) ha funcionado hoy de maravilla sobre los hombros del jugador español. Si no las dejo cerca, habrá que embocar como sea las recuperaciones y las pocas opciones que me vayan saliendo, sobre todo en los pares 5, pareció decirse. Y así fue tirando hacia delante para terminar entregando un 69, que al fin y al cabo no dejaba de ser el tercer mejor resultado del día. Un cañón en las citadas circunstancias.
Larrazábal saldrá mañana en el penúltimo partido vestido de blanco y azul marino. Seve de nuevo en la encrucijada. Ya lo hizo los recientes domingos en la India y Malasia, donde también salía con opciones. “Buscaba la magia y mañana también. Todos sabemos quién salía a jugar con esos colores el domingo”, explica. Y hay que decirlo de nuevo bien alto y bien claro: no resulta repetitivo ni cansino cualquier gesto que nos traiga de nuevo al primer plano al mago de Pedreña. Si encima sirve de inpiración a un jugador español que busca la victoria un domingo, miel sobre hojuelas. Magia e inspiración en un campo de cuento de hadas del golf.
