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Dean Burmester gana el Tenerife Open con una ronda final excepcional

Destrozos que ocurren cuando Dean Burmester patea medio bien…

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Dean Burmester, durante la última ronda del Tenerife Open. (© Golffile | Oisín Keniry)

Dean Burmester (-25) prolonga el idilio sudafricano con las Canarias una semana más. Se ha impuesto en el Tenerife Open en el Golf Costa Adeje con una exhibición de golf de alta escuela en la última jornada. Ha entregado una tarjetón de 62 golpes en la ronda final, la mejor del día, y ha ganado con nada menos que cinco impactos de ventaja sobre Nicolai Von Dellingshausen (-20). Recoge así el testigo de su compatriota Garrick Higgo, vencedor hace justo una semana en Gran Canaria.

La victoria ha sido cómoda, aunque no siempre fue así. Una ronda de 18 hoyos da para mucho y hay momentos claves que no tienen por qué suceder en los últimos tres hoyos. El instante crucial para Burmester ha llegado en el hoyo 9. Ya había tomado el liderato del torneo. De hecho, nadie de los últimos partidos había empezado mejor que él, sin embargo se le complicaba el final de la primera vuelta.

Tuvo que pegar su segundo golpe en este par 4 por debajo de un árbol a la izquierda de la calle. Su bola no pudo subir el enorme muro que divide este green en dos partes. Arriba estaba la bandera y abajo quedó su pelota. El primer putt no fue demasiado bueno y se dejó un compromiso serio de algo más de dos metros para par. Dentro. Ahí empezó a ganar el torneo, no sólo por el hecho de mantener la ventaja con los demás que se había fabricado con un gran inicio, sino por la confianza extra que le daba haber hecho algo así con el putter, el palo que sin duda más quebraderos de cabeza le ha dado en los últimos tiempos…

Que Burmester es un jugador con las cualidades suficientes para competir en las grandes ligas, llámese PGA Tour, WGC o Grandes, es algo de lo que nadie duda en las entrañas del Circuito Europeo. Es la comidilla entre jugadores y caddies. Le pega larguísimo, tiene una bola muy alta y sus hierros son de una precisión quirúrgica. Es un golfista moderno y está en plena madurez con 31 años. Todos los que le conocen bien están convencidos de que a poco que arregle los problemas que ha tenido recientemente con el putt y la actitud es carne de top 50 del mundo.

Claro que también hay un componente mental que debe solucionar. Suele ocurrirle a todos esos jugadores que tienen un juego largo de libro con el que se generan tantas opciones de birdie que van acumulando frustración conforme no entran los putts. Tanto que al final se acaban convenciendo de que son pateadores mediocres y, claro, una vez arrebatada esa confianza, es muy difícil recuperarla. A Burmester le ha faltado paciencia. Su carrera ha sido un viaje continuo por una carretera de dientes de sierra. Es capaz de lo mejor y de lo peor. Cada vez que ha tenido un buen resultado a la semana siguiente fallaba. No tiene continuidad y por esa razón ni siquiera se meterá entre los 100 primeros del mundo con su victoria en Tenerife. Se quedará a las puertas.

Lo que pueda hacer en las próximas semanas es una incógnita. Tiene todo el potencial, pero le falta continuidad. Todos están convencidos de que cuando Burmester patea medio bien está para ganar, debido al poderío de su juego largo, pero de momento no ha encontrado la solución a esa irregularidad en los greenes. Veremos si ha llegado el momento. Parecía también que había llegado en 2017, cuando ganó el Tshwane Open, su primer y único triunfo en el European Tour hasta hoy. Después de aquello hizo una declaración de intenciones. Quería verse en el top 50 del mundo, en los Grandes y los WGC. De momento, y han pasado cuatro años, ha jugado un Major, el US Open, y dos WGC. Veremos si este triunfo es la catapulta hacia ese nuevo escenario donde quiere moverse.

Consulta aquí los resultados finales del Tenerife Open