El Czech Masters no es una cita de alcurnia en el calendario del circuito europeo, la verdad, aunque siempre es una interesante oportunidad para muchos jugadores con diferentes objetivos por cumplir o apuntalar. Es, en cualquier caso, tan magnífica semana como cualquier otra para estrenarse como ganador en el European Tour, una meta que persiguen sin ir más lejos los ocho españoles presentes: Adrián Otaegui, Borja Virto, Nacho Elvira, Pedro Oriol, Carlos Pigem, Carlos del Moral, Javier Colomo y Scott Fernández.
Pero en año Ryder, y mucho más cuando apenas quedan un par de semanas para que se configure el equipo europeo, los escenarios pueden cambiar sustancialmente. Es el caso. Porque en el Albatross Golf Resort, a poco más de quince kilómetros al noroeste del centro de Praga, estarán esta semana varios jugadores que aún tratan de ganar posiciones de cara a la Ryder, demostrándole de paso al capitán, Darren Clarke, que quizá merezcan alguna de sus elecciones si finalmente no entran en el equipo.
El caso más evidente es el de Lee Westwood, que no estará la semana que viene en Dinamarca, cuando se cierra el equipo, pero que sí juega este Czech Masters. Ni siquiera ganando en la República Checa sumaría los puntos necesarios para entrar por sus propios medios en la escuadra de Clarke, pero ahí está, jugando 19 años después en este país (no lo hacía desde 1997) para cargar de razones al capitán cuando decida incluirlo dentro de sus tres elecciones, algo que iba a suceder de cualquier modo, sí o sí, salvo lesión o alarmante bajo momento de forma (no se dan ninguna de las dos situaciones). El inglés podría haberse ahorrado la molestia, así que le honra el gesto. Como mínimo, es un acto de respeto hacia otros compañeros que andan en la misma batalla.
Distinto es el caso de Andy Sullivan o Matthew Fitzpatrick, también presentes, que con una victoria se asegurarían una plaza en el equipo, y que en cualquier caso, todo lo que sea sumar algún punto puede resultar decisivo para ellos.
