Pocas veces unos horarios de salida habían levantado tanta expectación como éstos del BMW PGA Championship, porque la presencia masiva de jugadores de LIV Golf en el torneo estrella del circuito europeo (hasta 16 están presentes) procuraba su buena dosis de morbo a los emparejamientos de jueves y viernes en Wentworth, tal y como anda el ambiente de crispado.
Más que nada se trataba de comprobar que línea de actuación seguía el circuito europeo en la confección de estos ‘tee times’, porque era más que obvio que en esta ocasión el cuadrante se iba a diseñar con ‘papel y boli’ y prácticamente grupo a grupo, hablando mal y pronto, teniendo en cuenta la delicada situación.
Y el DP World Tour ha gestionado la papeleta de este modo:
– Por un lado, se ha cuidado mucho de evitar algunas coincidencias explosivas. Hubiera sido muy morboso, por ejemplo, ver a Westwood y Pepperell juntos, ahora que acaban de protagonizar un ‘duelo’ en las redes sociales, pero no hubiese sido elegante ni razonable permitirlo. En realidad, casi hubiera resultado muy morboso ver a Pepperell con cualquiera de los 16 jugadores de LIV, pero no, Eddie juega el jueves y el viernes junto a Detry y Olesen. ¿Casualidad? Es posible…
Digamos, eso sí, que ambos van a coincidir en el calentamiento, puesto que salen en partidos consecutivos. ¿Casualidad? Es posible…
– También se ha separado a cada uno de los 16 jugadores de LIV en 16 partidos diferentes, aunque la mayoría de ellos salen en grupos inmediatos, uno detrás del otro.
– Desde luego, ninguno de los jugadores de LIV Golf sale a jugar ni siquiera cerca de alguno de los dos grandes partidos estelares a priori, que son los que conforman McIlroy, Fitzpatrick y Horschel, en el turno matutino, y Rahm, Hovland y Hatton, en el vespertino (aunque en Wentworth no haya dos turnos propiamente dichos, puesto que todos los partidos salen por el tee del 1 durante más de ocho horas, a partir de las 6,40 y hasta las 14,45). A ver: es evidente que hay nombres entre los ‘rebeldes’ que, en otras circunstancias, se habrían incluido en la parte más ‘glamurosa’ del cuadro, tales como los de Reed y Ancer, o incluso los de Poulter, García o Westwood, pero parece hasta lógico que el DP World Tour no quiera concederles ninguna preponderancia, inmersos como andan en pleitos y rencillas.
En cualquier caso, tales decisiones o maniobras en ningún momento menoscaban la igualdad de condiciones competitivas para todos los participantes, que un organizador debe garantizar. Antes bien, incluso el hecho de haber separado a los 16 jugadores de LIV, más que aislarlos, esquiva una inevitable sensación de ‘cordón sanitario’ o ‘guetto’…
Hasta aquí, lo que la mano del hombre puede controlar. Después, por supuesto, el golf y la vida dispondrán a su manera durante el fin de semana, porque en ese punto los emparejamientos los definirá la clasificación, como es obvio. Y no, no nos engañemos: cuando el domingo llegue la hora del desenlace final, no se tratará de un torneo cualquiera si andan en la pelea uno o varios de los jugadores que han apostado por el proyecto saudí.
