Hacía cinco años que Will Zalatoris no tenía una pretemporada normal. Desde 2019 todos sus otoños e inviernos han sido un infierno plagado de sesiones de rehabilitación y fisioterapia. Debía proteger, descansar y cuidar más que entrenar. Su cuerpo, al principio, aún le aguantaba su maltrecha espalda, muy castigada entre otras cosas por su swing, pero obviamente tenía prohibidos los excesos.
Zalatoris hizo algo más que resistir. Desplegó un golf extraterrestre. Fue creciendo como un cohete desde el Korn Ferry Tour hasta el PGA Tour, dejando su impronta sobre todo en los Grandes. Antes de llegar a la primera división del circuito norteamericano, ya había dejado su tarjeta de visita con un sexto puesto en el US Open de 2020. Lo siguiente ya fue ser segundo en el Masters y octavo en el PGA Championship de 2021. Ese mismo año en el Open Championship se tuvo que retirar. Primer aviso serio de que algo no iba bien. Zalatoris ya lo sabía, se lo habían advertido, pero había que tirar hacia adelante mientras pudiera.
En 2022 explotó. En todos los sentidos. Fue sexto en el Masters, segundo en el PGA y segundo en el US Open. Además, como colofón, ganó el FedEx St Jude Championship, primer playoff de aquella temporada y su primera victoria en el PGA Tour. La crónica de una victoria más que anunciada. Eso sí, le costó la salud. Su espalda, casi al mismo tiempo, saltó por los aires. Se retiró del BMW Championship, su siguiente torneo a ganar y comenzó la travesía por el desierto.
Pensó que sería lo de siempre. Que con el descanso de la pretemporada, los cuidados y la fisioterapia estaría listo de nuevo para 2023. Pero su cuerpo, su espalda, ya habían dicho basta. Compitió en los primeros torneos del año y obtuvo buenos resultados, un cuarto en el Genesis de Riviera, pero ni siquiera llegó al Masters. Una hernia de disco que prácticamente le dormía la pierna le obligó a pasar por el quirófano. Se perdió el año entero. Regresó en el Hero World Challenge, hace 360 días. Desde entonces ha tenido que ir acostumbrando su cuerpo a un nuevo swing y su nuevo swing a su cuerpo. No ha sido una tarea fácil, aunque su descomunal talento ha dejado fantásticos fogonazos: 2º en el Genesis, 4º en el Arnold Palmer ó 9º en el Masters.
En junio un golpe en la cadera ‘buena’ encendió las alarmas. Lo dejó fuera de algunos torneos, pero por suerte quedó todo en un susto y después del BMW Championship ha podido trabajar como nunca en su cuerpo. Jamás había hecho tanto trabajo físico. «He trabajado probablemente más duro que nunca. He ganado cinco kilos de músculo. Me he dejado la piel intentando recuperar la velocidad y mejorar con el putter escoba y ha ido bien», confesaba esta semana en la previa del Nedbank Golf Challenge.
No sólo ha sido un tarea en el gimnasio, Zalatoris ha llevado a cabo también una dieta estricta en casa. «No he jugado mucho, pero fue a propósito. Quería estar en casa para poder comer mis 4.500 calorías al día y 200 gramos de proteínas, entrenar y mejorar. Es agradable tener un año en el que, en lugar de rehabilitarme, estoy progresando de verdad», señalaba.
No es que el bueno de Will se haya convertido de la noche a la mañana en Bryson DeChambeau, pero cinco kilos en alguien tan enjuto como el golfista de 28 años de San Francisco es algo más que significativo. Está convencido de que lo mejor de su carrera está por llegar y está dispuesto a todo para demostrarlo. De momento, no ha tenido un buen inicio en el Nedbank (+2), pero aún tiene tres rondas por delante para mejorar. No obstante, su gran objetivo se llama 2025.