Mañana, domingo 15 de octubre, la Armada española todavía va a tener alguna opción de prolongar su racha victoriosa en el Open de España (cuatro victorias consecutivas en las últimas cuatro ediciones, gracias a los tres triunfos de Rahm y uno más de Cabrera Bello), aunque no será nada sencillo, teniendo en cuenta la excelente marcha del líder después de 54 hoyos, el francés Matthieu Pavon (-16). Alfredo García Heredia (-12) y Gonzalo Fernández Castaño (-11) son a priori las dos principales bazas, bien situados dentro del top ten, aunque sea a una distancia considerable de la cabeza. Tenían que ser precisamente ellos dos, el asturiano y el madrileño…
Alfredo y Gonzalo: aquel foursome letal que en el año 2003 se erigía como pieza fundamental del equipo español que se proclamaba campeón de Europa amateur en Holanda. Hace ya veinte años de aquello y ellos, los mismos que mañana saldrán a luchar por el triunfo en el Open de España, formaron juntos en todos los cruces en la modalidad de golpe alterno. “La verdad es que éramos un foursome peculiar” explica García Heredia, “pero muy efectivo, porque yo era muy ordenado desde el tee y Gonzalo tenía esa magia alrededor de los greenes”. Y tan efectivos: dieron buena cuenta de todos sus rivales, primero ante la pareja galesa formada por Stuart Manley y Nigel Edwards; a continuación, en semifinales, ante el dúo sueco formado por Jeppesen y Lemke; y ya en la final, ante los ingleses Richard Finch y Jonathan Lupton, a quienes arrasaron por 6 y 5.
Hay que ver cómo se desata la nostalgia con estos rebobinados históricos. Recordemos primero que los cuatro compañeros de García Heredia y Fernández Castaño en aquel Europeo eran Alejandro Cañizares, Álvaro Quirós, Pablo Martín Benavides y Sebastián García Grout. Cuatro de los seis, por tanto, han estado veinte años después disputando esta semana el Open de España. Apuntemos también que en aquella competición se dieron cita con algunos nombres de verdadero peso, como los hermanos Molinari, el sueco Noren, el alemán Kaymer, el danés Anders Hansen o el inglés Oliver Wilson…
Pase lo que pase mañana, seguro que Alfredo y Gonzalo no llegan a las manos. ¿A las manos? ¿A puñetazo limpio? Todo tiene su explicación y los dos protagonistas de la historia se ríen hoy al recordarla. Un año antes de aquel Europeo triunfante, en 2002, estos dos jugadores también habían acudido a jugar el campeonato del Mundo (Trofeo Eisenhower) que se disputó en Malasia, junto a Pablo Martín Benavides. Pues bien, en el viaje de vuelta, saltaron chispas entre los dos en el mismo aeropuerto (¿el motivo? Bueno, digamos que GFC era muy insistente cuando de pinchar a alguien se trataba…) y se enzarzaron a guantazo limpio, aunque la hábil intervención de Salva Luna, que se interpuso entre ambos, impidió que la sangre llegara al río.
“Pregúntale, pregúntale a Alfredo lo que pasó en Malasia”, nos proponía el madrileño entre risas una vez terminada la ronda sabatina. “Después, fuimos las doce horas de vuelo sentados en la misma fila, pero con Salva Luna entre los dos… Y cuando llegamos a España ya éramos amigos otra vez”, recuerda Alfredo. Y hasta hoy. Cada uno ha llevado su camino, mucho más exitoso en el golf profesional el de Gonzalo, pero aquellos lazos que se estrecharon entonces de alguna manera perduran para siempre, con o sin trompazos por el camino.
Por cierto, ninguno de los dos siente haber jugado especialmente bien en esta tercera ronda, aunque hayan entregado tarjetas de 68 golpes, el asturiano, y 66 el madrileño. Gonzalo se ha sentido algo nervioso en el primer tercio de la vuelta, aunque después iba metiendo en vereda la faena, mientras que Alfredo ha sentido cómo se aceleraba por momentos su swing, dando lugar a algunos errores inesperados desde el mismo centro de la calle. Ambos se juegan mucho esta semana: un top 5 le serviría al asturiano para dejar finiquitado el objetivo de mantener los derechos de juego en el circuito europeo para 2024; una victoria o un segundo puesto en solitario del madrileño relanzarían decisivamente una carrera que andaba ciertamente estancada al más alto nivel, asegurándole también la carta para el año que viene.
