Romain Langasque (-4) se ha quedado como líder en solitario del Estrella Damm Andalucía Masters después de la segunda jornada y de entregar su segundo 69 de la semana. Ese swing recortado y tan compacto del galo está resultando muy eficiente en un Valderrama que, a pesar de no haber sufrido tanto como el jueves los rigores del viento, no deja de ser una fiera siempre alerta y dispuesta a arruinarte la jornada. Es la tercera comparecencia de Langasque en este torneo y en este campo y el año pasado no lo hizo nada mal (terminaba 17º), así mejor será no perderlo de vista.
Mientras Rafa Cabrera Bello (PAR) perdía empuje y se peleaba con su putter a lo largo de los dos últimos tercios del recorrido sanroqueño (siete bogeys en este tramo), al mismo tiempo que Jon Rahm (+10) no encontraba el modo de regresar, ni por lo civil, ni por lo criminal; mientras Matthew Fitzpatrick (-3) se postulaba como ilustre candidato al título, bordando el golf, y aunque terminara con un doble bogey en el 18, y su compatriota Laurie Canter (-3) firmaba la mejor tarjeta del torneo hasta el momento (65 golpes); mientras todo esto y algunas cosas más ocurrían, un jugador local a todos los efectos de nombre Alejandro Cañizares (-2) se colaba por la puerta principal en la fiesta del torneo, con paso alegre y haciéndole una pedorreta al portero, o lo que es lo mismo, finalizando con birdies quirúrgicos en los hoyos 16 y 18, sin dejar margen alguno de reacción a su ilustrísima Valderrama.
Cañi lleva entrenando en este campo desde los 17 años, más de veinte, por tanto, pues tiene ya 38, así que pocos conocen como él sus secretos. O sus trampas. O sus cebos, para ser más exactos. Sabe este madrileño de Manilva que no puedes ni debes tragarte sus trolas. Ni los cantos de sirena que ululan entre los alcornoques. Que en Valderrama hay que hacer lo que hay que hacer, hay que ir por donde hay que ir y huir de las piruetas y de las promesas de birdies a precio de saldo…
Seguramente por eso Cañi no ha fallado ni un solo corte en este campo en toda su carrera. Y van ya siete intentos. Por eso, si quieren ustedes que descendamos a lo concreto, no ha pegado hoy el hierro 2 en el hoyo 17, donde tenía 231 yardas al borde del green. “Yo, con ese palo, hago 235 yardas, pero tenía que pegarla perfecta para no irme al agua”, explicaba el jugador. Exacto: Valderrama le había puesto el caramelito, pero Cañi no lo iba a coger…
Por supuesto que él, ¿quién no?, se ha llevado sus buenos revolcones en este campo. Y los que le quedan. Pero que no sea por dormirse en los laureles, por bajar la guardia o por exceso de ambición. Por ahí seguramente no lo van a pillar. Hoy ha igualado su mejor registro en competición en este campo (69 golpes), así que no tiene en su palmarés rondas de récord, pero tampoco abundan los desastres.
Nos metemos de cabeza en el fin de semana con sólo doce jugadores por debajo del par. Qué seriedad de torneo, oiga usted. Debería jugarse este campo una vez por trimestre. Es muy difícil, por no decir imposible, atisbar hasta dónde puede irse el resultado ganador final, pero sí que parece relativamente sencillo intuir que con 36 hoyos por jugar son multitud todavía los jugadores que pueden darse una oportunidad en los últimos hoyos del domingo. Que siga la criba.
