Jordi García Pinto (-2) ha firmado un 69 de enorme valor en Valderrama, para auparse en esta primera jornada a los primeros puestos del Open de España. De enorme valor, en efecto, por dos razones. La primera es de cajón: un registro así en este recorrido puede valer su peso en oro al final de la semana; pensemos que sólo diez jugadores del turno matutino de juego, en el que venía el jugador catalán, han conseguido ganar al campo. Y por la tarde ya estaba soplando algo el viento, por lo que no serán muchos más los que terminen el día bajo par…
La segunda razón tiene aún más significado probablemente para Jordi. Porque este año había decidido quitarse un poco de circulación y dedicarse a trabajar y a entrenarse casi sólo por puro placer, jugando con los amigos si se terciaba, recuperando la alegría en el campo, la frescura… La ilusión. Por eso, el hecho de llegar al campo más difícil en el que ha jugado en su vida (así lo siente él) y sacar adelante un resultado de esta magnitud, de alguna manera le reafirma en sus planes.
Jordi tiene pensado jugar el Challenge Tour con el objetivo final de recuperar la tarjeta del circuito europeo que perdiera en 2015. Pero con una salvedad importante, respecto a temporadas anteriores: eso de competir 31 semanas, como hiciera en 2015, se ha acabado. El pasado curso lo finalizó realmente quemado, hastiado, y si algo tiene claro es que cada semana de competición debe afrontarse con el ciento por ciento de intensidad.
