Graeme McDowell (-9) ha ganado el Open de Francia. Un gran campeón para un extraordinario torneo que se disputa desde hace 22 años en un desafiante y fantástico recorrido Albatros del Golf National (Guyancourt,París), que gana cuajo y solera cada temporada que pasa. El norirlandés es ganador de un US Open, por cierto, y no vamos a dejar pasar la oportunidad que nos brindan los acontecimientos para hacer el consiguiente paralelismo…
No, el Open de Francia no es siquiera similar al US Open. Y la USGA no prepara el campo. Pero ha sido ésta una semana dura que ha puesto a prueba la paciencia y el sistema nervioso de los profesionales, castigando durísimamente y sin piedad los errores: al final de las cuatro jornadas se han sumado un total de 379 dobles bogeys o peor resultado, una auténtica barbaridad. En este sentido sí se asemeja al coloso americano. Aunque sólo han terminado bajo par doce jugadores, la gran diferencia es que en el campo parisino también se pueden ver un puñado de tarjetas por debajo de los setenta golpes cada día.
En esta tesitura, McDowell ha rematado los 72 hoyos con sólo cuatro bogeys. Así cualquiera. El norirlandés ha dejado escapar muy poquitos greenes, y además ha recuperado con precisión de cirujano. Un muro para todos sus rivales. De hecho, ha sido el único capaz de firmar las cuatro tarjetas bajo par. Habrá que tenerlo muy en cuenta dentro de dos semanas, en Muirfield…
Eduardo de la Riva (-4) ha llevado este año el peso de la Armada en un torneo que suele darse bien al golf español. Y su tercer puesto final, después de entregar hoy un 69, sabe a gloria. Hace ocho meses y diez días casi se le cae el mundo encima después de fallar un putt en el último hoyo de la última jornada de la gran Final del Challenge Tour en Apulia. De haberlo embocado habría conseguido automáticamente la tarjeta del circuito europeo a través del Challenge… Aquello fue un duro golpe para alguien que había sufrido serios reveses años atrás y que aún albergaba algunas dudas acerca de si debía dedicarse en cuerpo y alma a buscar un sitio en el golf de élite. Pasó algunos días en estado casi de shock e incluso se planteó seriamente la opción de renunciar a jugar la Escuela. Finalmente reaccionó, jugó la Final y obtuvo la preciada tarjeta.
Ocho meses largos después, De la Riva acaba de asegurarse una plaza con los mejores en 2014. Y, de momento, también se ha metido entre los sesenta mejores de la Race.
Nadie está vacunado contra la flaqueza en momentos de presión. Tampoco Eduardo. Pero es bien cierto que el jugador catalán ya ha demostrado más de una vez que no es de los que se desinflan fácilmente. Hoy, cuando tenía ante sí la oportunidad de dar carpetazo a su gran objetivo del año, ha templado y mandado sobre todo alrededor de green y sin apenas fisuras en el juego. Él se ganó una plaza en el British en la Previa africana, así que puede y debe disfrutarlo como se merece el evento.
Jorge Campillo (+1) llegaba al final del recorrido en situación muy similar, mirando al top-5. Pero su final ha resultado cruel y desgraciado tras firmar un doble bogey y dos bogeys. Nada que por otro lado llame demasiado la atención en ese tramo de los hoyos 15, 16, 17 y 18, de auténtico vértigo. El extremeño, no obstante, mejora este año brazada a brazada y transmite la sensación de que lo mejor está por llegar.
