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Jon Rahm: golfista total, cazador letal, jugador de época

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Jon Rahm posa con el trofeo de campeón del DDF Irish Open 2019. (© Golffile | Fran Caffrey)

Jon Rahm (-16) ha ganado el Open de Irlanda viniendo desde atrás como un émbolo exterminador que avanza imparable, empujado por la fuerza de la propia determinación, la confianza y el talento.

Es un jugador total. Un prodigio cuyo rango está muy por encima de la media de profesionales en concurso: a lo largo y ancho de un fin de semana apoteósico, con rondas de 64 y 62 golpes, el joven vasco le ha hecho birdie o eagle a catorce de los 18 hoyos del Old course del Lahinch Golf Club, incluyendo entre ellos los más complicados del campo, como son los hoyos 2, 15 y 10. Precisamente el birdie de hoy en el 15, pegando el segundo tiro desde el rough a más de 190 metros de la bandera y con un deficiente ángulo de entrada (dejaría la bola a menos de un metro, pasada la bandera, rondando incluso el eagle), es un excelente ejemplo de sus excelsas capacidades y del amplísimo fondo que tiene el armario de sus recursos.

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Jon, inspirado en el apodo que más gracia le hace y con el que más se identifica, el de Rahmbo, es un cazador letal. No siempre es capaz de acertar con la pieza, sólo faltaría, pero lo hace con una naturalidad y una persistencia sólo al alcance de los elegidos, de los jugadores de época. Un asesino en serie, entiéndase en el mejor y más deportivo de los sentidos. Porque, si analizamos sus siete victorias en los dos grandes circuitos mundiales, obviando la del Zurich de este año, torneo disputado por parejas, hay un dato que enseguida llama la atención: su media de golpes del domingo en aquellas siete semanas es de 65,4 golpes. Killer entre los killers. Y lo ha hecho de todos los modos y en todas las situaciones: con viento, sin viento, en campos más exigentes o menos exigentes, saliendo de líder o cerca del líder, viniendo desde atrás o desde muy atrás. Y si las cosas no terminan de salir en la jornada decisiva (en Valderrama, por ejemplo), todavía es capaz de aguantar, aplicarse y encadenar números tan apetitosos como un segundo, un tercer o un cuarto puesto, que los demás también juegan, y mucho. No en vano, acaba de cumplir tres años como profesional y en prácticamente la mitad de los torneos que ha jugado desde entonces finalizaba dentro del top ten.

No siempre es capaz de acertar con la pieza, sólo faltaría, pero lo hace con una naturalidad y una persistencia sólo al alcance de los elegidos, de los jugadores de época

Pues eso, que es un jugador destinado a marcar una época. Lo es, además, llegue antes, después (o incluso nunca) su ansiada primera victoria en un Grande, punto que conviene aclarar ya mismo, aunque es muy probable que no todos definan del mismo modo este concepto, el de ‘jugador de época’. Sea como sea, haya o no acuerdo al respecto, lo más gracioso (o interesante) de la cuestión es que, por edad y hechuras, a Jon Rahm todavía se le atisba un margen de mejora considerable.

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El de Barrika arrancaba hoy con un birdie despertador en el hoyo 2 y ni siquiera un inmediato bogey en el 3 era capaz de frenar la máquina. Por detrás, eso sí, un hombre comenzaba a marcar la diferencia con mayor determinación, si cabe. Era Rafa Cabrera Bello (-13), cuyos primeros nueve hoyos bien podría haberlos firmado el mismísimo Tiger Woods en la mejor de sus versiones: pausado y pleno de control, siguiendo al milímetro la hoja de ruta, pegando suelto y seguro, eligiendo siempre el disparo adecuado, la mejor opción, estrechando el cerco, apretando la soga sin prisa y sin pausa…

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El canario había agarrado el estandarte de ganador con una paz y una seguridad insultantes, borrando del mapa al líder, Robert Rock, y marcando territorio y diferencias con el resto de candidatos. Sin embargo, en el arranque de la segunda mitad del recorrido, todo iba a cambiar. Un par de errores en los tees de los hoyos 10 y 11 iban a transformar casi de manera radical el escenario. Algunos bogeys le cabían en la cesta, pero cuatro en apenas seis hoyos eran demasiados como para encarar la recta final con opciones reales de un triunfo que a falta de doce hoyos era la apuesta más segura, sobre todo a la vista del despliegue de juego y actitud del español. Le toca a Rafa rumiar de nuevo esta experiencia concreta tan agridulce, pero tampoco queda más remedio que reconocer otra excelente semana en su haber. Hoy ha derrapado más de la cuenta cuando han llegado las dificultades, pero queda el consuelo y la absoluta certeza de que este hombre nunca se va a cansar de afilar el instinto ganador. Lasca a lasca, como ha hecho siempre.

Le toca a Rafa rumiar de nuevo esta experiencia concreta tan agridulce, pero tampoco queda más remedio que reconocer otra excelente semana en su haber. Hoy ha derrapado más de la cuenta cuando han llegado las dificultades, pero queda el consuelo y la absoluta certeza de que este hombre nunca se va a cansar de afilar el instinto ganador. Lasca a lasca, como ha hecho siempre

La actuación coral de la Armada española en Irlanda ha sido magnífica. Hoy, Rahm (62), Gonzalo Fernández Castaño (64) y Adri Arnaus (65) entregaban los tres mejores registros del día en el Lahinch Golf Club. Sin despreciar en absoluto el 66 de Jorge Campillo o el 68 de Alejandro Cañizares. Arnaus terminaba soltándose el pelo por el último tercio de la ronda, con dos eagles y un birdie, Campillo volvía a arreglárselas para cerrar otra gran semana, dentro del top ten, Gonzalo ha dado un empujón importante, quizá decisivo, a su delicada situación en la Race to Dubai y, en definitiva, el golf español, además de llevarse el torneo, colocaba a tres jugadores dentro del top ten y a cinco dentro del top 20. El viento sopla a favor y el British está a la vuelta de la esquina.

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