Hay días de juego A y días de juego B. Nadie es inmune a esta máxima del golf. El swing nunca está igual, ni siquiera para el Número Uno del mundo. Ni siquiera para el campeón del US Open. Ni siquiera para Jon Rahm (-12). La diferencia entre los seres extraordinarios y los mortales es el rendimiento que le sacan a esta realidad impepinable. Jon, en un día inspirado, te saca el 63 del jueves. Hoy, en una jornada mucho más atrancada, ha hecho 67. Sólo 14 jugadores han entregado un resultado mejor que Jon este viernes y, seguramente, todos han jugado de tee a green mejor que el de Barrika.
Rahm está perfectamente colocado en el torneo. Es segundo en solitario con doce bajo par, a un solo golpe del líder, el holandés Will Besseling (-13). Sirva este dato para sembrar el pánico. Jon está tres golpes mejor en la clasificación que hace dos años y entonces acabó ganando con -22 y cinco golpes de ventaja. Si el golf fueran matemáticas ya le podrían ir dando la copa de campeón por tercer año consecutivo, pero por suerte el golf no es una ciencia exacta. A dos de la cabeza están Ross McGowan, Adri Arnaus y Subhankar Sharma. Espectacular final del golfista indio, con birdie y eagle en el 17 y 18.
Jon se defendía tras su vuelta frente a los que consideraban que hoy había sufrido en el campo. «Yo no lo he visto así. He jugado bien, he pegado buenos tiros y me he dejado buenas opciones de birdie», explicaba. Maticemos. No ha jugado horrible, cierto, pero no ha estado al nivel del jueves de tee a green, especialmente en los golpes de salida. Los errores han sido más gruesos y ha tenido que salvar algunas situaciones delicadas, cosa que ha hecho de manera magistral. Ahí está el mérito. Ahí está la diferencia entre los mejores y los mortales. Realmente el único ‘regalo’ que le ha hecho al campo ha sido el putt de birdie en el hoyo 7, un putt de birdie, por cierto, fabricado desde la nada, fallando la calle y pegando su segundo tiro contra un árbol. Es lo que tienen los grandes. Se ponga como se ponga, Jon hoy no ha estado tan brillante desde el tee y ha tenido que echar mano de su inagotable fuente de recursos para sacar el resultado con otro juego. El jueves brilló con luz propia, majestuoso. Hoy viernes ha pulido el pico y la pala. Ha jugado con el mono de trabajo.
Es tan bueno que siempre deja perlas bellísimas. Ahí están su segundo tiro en el 2, el golpe de salida en el 9, las tres delicatessen para eagle en el 14 o el excelente chip del hoyo 18. Por concretar el argumento, Jon no ha podido hacer hoy muchos menos golpes que esos 67, mientras que ayer bien podría haber hecho alguno menos de esos 63. La vuelta de hoy es la que gana torneos, aunque para hacerlo tendrá que jugar mejor el fin de semana, deberá meterse en menos problemas para no tentar la suerte y que una bola se acabe quedan injugable, como le ha ocurrido en el hoyo 16, el único bogey del día. Hilando muy fino habría que decir que Jon no ha jugado mal, pero no ha estado cómodo.
La peor noticia para sus rivales es que sin su mejor golf es capaz de sacar petróleo. La buena es que hoy ha ofrecido una versión más humana. Veremos lo que ocurre el fin de semana. En cualquier caso, Jon ha tenido el buen detalle de ofrecer a los miles y miles de aficionados que han llenado el Club de Campo las dos caras del golf.