Jon Rahm (-8) ya está arriba en el Acciona Open de España. Pim, pam. Como quien se quita el polvo del hombro. El golfista de Barrika ha hecho este jueves 63 golpes en la primera jornada y acumula ya treinta bajo par en sus cinco últimas vueltas en el recorrido negro del Club de Campo Villa de Madrid. No hay duda de que Jon le tiene cogida la medida al diseño de Javier Arana. La media de seis menos es alucinante.
La expectación era máxima. La ilusión por ver al Número 1 del mundo es desbordante. A las nueve de la mañana, media hora antes de que empezara su vuelta el vizcaíno, la organización colgaba el cartel de ‘No hay billetes’ en el parking. Muchísima gente. Un público entregado a su Número Uno. Más público incluso que el jueves del Open de España de hace dos años. Una gozada para los sentidos. No había mejor manera de representar esa emoción que la de un seguidor vestido con la camiseta del Athletic de Bilbao con el número uno a la espalda y el nombre de Rahm serigrafiado. Desata pasiones y va mucho más allá del golf. Muchos de esos aficionados que hoy han llenado literalmente las calles del Club de Campo pisaban por primera vez en su vida un campo de golf. Es el fenómeno Rahm.
Y claro, lo que tiene Jon, es que rara vez, por no decir nunca, defrauda a los suyos. Su golf es imperial y ni siquiera el enorme peso de la expectación que había generado le lastra. Más bien al contrario, consigue alimentarse de ella. «Nunca me pesa jugar en el España. Eso cómo va a ser. Al revés, me encanta, me lo paso muy bien. Es una gozada», asegura. Hemos visto a un Jon sereno, templado, con las pulsaciones siempre bajo control. Disfrutando del ambiente, pero sin dejarse llevar. La euforia, para el público. Los birdies, para él.
Un birdie con suspense puso la vuelta en marcha. Su putt de tres metros en el hoyo 11 iba en dirección al hoyo, pero la bola se hizo la remolona y parecía que no iba a entrar. Se quedó asomada al agujero y Jon se acercó incrédulo. Se puso encima de ella, como diciéndole esto no me lo vayas a hacer delante de mi gente… Dos segundos después se precipitó al vacío. Ahí empujaron todos.
A partir de ahí, lo cierto es que Rahm ha dado una exhibición de golf que ha tenido un único paréntesis entre los hoyos 18 y 3 (empezó por el 10). Ahí perdió el ritmo, se desajustó y sufrió para sacar los pares. Todo empezó con un hierro de salida en el 18 que terminó en el búnker. Hizo bogey y después salvó tres buenos pares en los siguientes hoyos. No tardó en encontrar de nuevo la brújula. Fue en el 4, par 5, su guarida hoy en el Club de Campo (parcial de cuatro bajo par en los tres pares 5). Ha soltado un buen latigazo, no a la altura del 14 o el 7, pero sí suficiente para colocar el swing de nuevo en su sitio.
Jon ha hecho siete birdies y un eagle y sólo ha necesitado un putt más largo de cuatro metros. Fue en el 17. Embocó un señor puro de unos diez metros ante la alegría del personal. Euforia en todos menos en Jon. El vasco sonreía, disfrutaba del momento, saludaba, pero sin cambiar jamás un rictus como de retiro espiritual. Este es el nuevo Jon que se comenzó a ver en el PGA Championship y que hoy por primera vez se ha podido disfrutar en carne y hueso en España.
Rahm se ha colocado en la tercera posición, a dos golpes de Ross McGowan (-10), que ya sabe lo que significa ganar en Madrid, y a uno de Sebastián García Rodríguez (-9). Las condiciones de juego son muy buenas. El tiempo es inmejorable, apenas sopla viento y los greenes están receptivos. Es tiempo de birdies. Es tiempo de Rahm. Es tiempo de golf.
