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El líder del G4D cuenta sus peripecias por el mundo y sus inminentes desafíos

El maestro Juan Postigo que estaba allí, y allí, y allí…

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Juan Postigo
Juan Postigo y su caddie, Jaime Rodríguez, en la última ronda del torneo de Abu Dhabi. © DP World Tour

Juan Postigo (Santander, 1996) habla con una soltura que ya quisieran algunos políticos en el Congreso. Afable y divertido, el cinco veces campeón de España y tres de Europa de golf adaptado se lanza a por el trapo, como en el campo, ante cualquier pregunta. El nombre del cuarto jugador del ranking mundial ha vuelto a sonar con fuerza al levantar hace unos días en Abu Dhabi su primer trofeo en el G4D (golf para discapacitados), el circuito auspiciado por el DP World Tour y que cumple su segunda temporada.

No sólo narra el cántabro sus sensaciones por esa victoria que lo ha elevado al liderato tras dos torneos disputados; también algunas peripecias por el mundo y sus inminentes desafíos. Parafraseando el libro de Manuel Chaves Nogales (El maestro Juan Martínez que estaba allí), el maestro Juan Postigo ha estado allí, y allí, y allí… Con una sola pierna ha competido, y también ganado, en casi todos los confines de la Tierra (Australia, Japón, Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos, media Europa…).

Tercero en Australia y primero en Abu Dhabi, menudo arranque… ¿A qué se debe el progreso? «A la estrategia en el campo. Juego igual de bien o de mal, pero he mejorado mucho en posicionar mejor la bola en ciertos sitios para no meterme en líos porque en mis vueltas siempre veías un 8, un 7… cosas raras que en un campeonato te baja seis puestos, ahí no hay perdón. La clave está siendo corregir esos fallos estratégicos y ser consciente más de nuestros puntos fuertes y débiles», apunta Juanele, quien reconoce que le pudo ayudar a ganar en Abu Dhabi que tocó poco los palos en las vacaciones navideñas.

El español da por hecho que perderá el número uno del G4D porque descarta jugar en la siguiente cita, Singapur, ya que «aparte del Circuito Europeo vamos más torneos y en abril quiero estar fino en Carton House (Irlanda) y en mayo será The Open, aunque aún no es oficial. Será la primera edición del Open Británico». Postigo se ha propuesto dos retos para esta campaña: «El primero es ganar el ranking del G4D Tour; el segundo, en julio jugaré casi seguro el US Open (único Major en liza hasta que se celebre el British) en Pinehurst, un lugar icónico del golf, y a ver si me lo puedo llevar».

El pupilo de Santiago Carriles abre el abanico de aspirantes al triunfo en el G4D Tour, que consta de ocho torneos, y no sólo da el papel de favorito al vigente campeón, el inglés Kipp Popert, ganador de tres citas en 2022. «Es el número uno del mundo por alguna razón. Juega muy bien, es muy listo, va muy recto, el juego corto lo domina a la perfección… Es el gallo del corral, pero no te puedes despistar porque te comen la tostada. No hay que olvidarse del irlandés Brendan Lawlor (dos del mundo), del estadounidense Chris Biggins (tres)… Somos seis o siete jugadores que siempre estamos para ganar. El último día de Abu Dhabi yo le sacaba cinco golpes al segundo y Brendan Lawlor me empató. La gente juega muy bien al golf».

No se pone límites el jugador norteño de 26 años. ¿Para qué? «Los techos no sirven para nada. Me pongo objetivos pequeños y donde vaya llegando. Soy consciente de que tengo un déficit respecto a los profesionales del circuito, simple y llanamente la potencia, porque al hacer un swing con una pierna pierdes un poco de velocidad de palo, pero el resto está ahí. Este año he jugado con varios profesionales (Javier Ballesteros, Borja Virto, Chema Olazábal) y ves que puedes competir contra ellos. Es lo que hace especial este deporte, que en un chaval con una pierna pueda jugar contra Olazábal», sostiene.

«Los techos no sirven para nada. Me pongo objetivos pequeños y donde vaya llegando»

Discrepa con su entrenador sobre el palo que se le da mejor. «Él cree es el drive, y es verdad que le pego bien, pero pienso que con el sand soy bastante hábil, que no es lo mismo que bueno; me saca de apuros… porque me meto en muchos, claro». Le arrea de lo lindo desde el tee, 235-240 metros de vuelo: «Es la hostia, una barbaridad. Ya estamos tocando los límites, ahí es muy complicado subir un poco más», reconoce el jugador del club de Pedreña, donde en verano le hicieron socio de honor, orgullo que comparte con, ahí es nada, Severiano Ballesteros y Ramón Sota, y que reside desde hace un año con su novia, Isabel, en Solares, a diez minutos del pueblo que vio nacer al icono del golf español.

Si no incluye a don Severiano entre sus ídolos… «Me echan del club con razón, jajaja. No tuve la suerte de conocerlo porque entré más tarde, pero evidentemente todo lo que rodea al club es Seve, Seve, Seve. Tengo buenas amistades en la familia; de hecho, su hijo Javier me está ayudando. Seve es un referente único, una fuente de inspiración y te abre muchas puertas en el mundo; cuando dices que eres del club de Pedreña es mucho más sencillo todo».

Recoge el guante Postigo de la pregunta guasona y responde con socarronería. Lo felicitó la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, por tu triunfo en Abu Dhabi. ¿Es por cántabro, por su afición al golf o porque tienes muchos cuartos en el banco? «Por lo último no creo porque si me consideran a alguien con pasta es que el banco está fatal, jajaja. Carmencita (hija de Seve) y Javier hablaron con su tía y justo unos días antes vine a comer al club y estaban la tía y la sobrina. Yo aluciné porque me felicitó mucha gente, desde el ministro de Deportes a muchos políticos, pero que de repente te llegue un mensaje de Ana Botín me pareció una pasada, qué maravilla que se haya acordado de mí. Y se lo quiero agradecer a Carmen porque sé que algo tuvo que ver».

A Tiger también lo incluye en su nómina de ilustres a los que admirar, pero realza la figura de Jon Rahm. «Severiano y Tiger me pillan más lejos. Jon está todas las semanas ahí compitiendo al más alto nivel, ganando torneos, haciendo Top 10. Lo conozco de cerca y es encantador, somos casi de la misma quinta, y sus triunfos no le están cambiando. Eso me parece mágico y resalta mucho la educación de base que tiene Jon Rahm», ensalza.

«Rahm compite todas las semanas al más alto nivel y sus triunfos no le están cambiando, eso me parece mágico»

No oculta su entusiasmo por representar a España en unos Juegos, pero de momento el golf tiene las puertas cerradas en la cita paralímpica por una sencilla razón. «El golf adaptado reúne todas las condiciones para ser un deporte paralímpico, pero la única que no tiene es la paridad; es decir, para entrar en unos Juegos necesita el mismo número de chicas que de chicos. Y ahora nosotros no lo cumplimos porque no hay apenas mujeres, ni por número ni por nivel. Pero se está luchando y haré todo lo que pueda para aguantar y al menos estar en unos».

Juanele, que también practicó en su día vela, esquí y natación, se deshace en elogios por todo lo que le ha dado el golf: «Me ha hecho sentir de alguna forma de igual a igual. Una vez que yo estoy en un campo de golf, compito y estoy como uno más, no tengo otras preocupaciones como pueda tener en el día a día. Y, además, una de las mejores cosas del golf es que se socializa a mansalva».

Ahí va otro dardo con guasa. ¿Se iría a un LIV Golf o ni de broma? «A ver, tengo mucho que agradecer al DP World Tour, a Keith Pelley y a toda su gente por crear un circuito para gente con discapacidad porque lo merecíamos y el nivel es apto para hacerlo y para promoverlo, pero siendo los primeros no quiere decir que sean los mejores ni que siempre vayamos a seguir así. Creo que han dado un paso muy valiente pero hay que escuchar siempre a todo lo que venga y creo que hay que escuchar sin cerrarse puertas. No entiendo yo mucho eso este tema que aquí sí pero aquí no. Entiendo que el golf tiene que ser un deporte más abierto de lo que está siendo ahora mismo. Estoy con muchas ganas de que lleguen los majors para ver a todos los gallos juntos.

La entrevista se cierra entre risas a cuenta del putter. Si se rompiera ese palo, ¿podría golpear con la muleta? «Pues igual lo hago mejor, jajaja. En un torneo en Australia, pateé fatal el segundo día, le di un golpe al palo con el pie y se rompió. No tenía más y el camión ya se había ido. Le dije a mi amigo Brendan Lawlor, que mide 1,40 porque tiene acondroplasia, que si me podía dejar uno. Y me prestó un Spider de Taylormade de 29 pulgadas, jajaja, y al día siguiente iba yo encorvado entero y pateé mejor que el día anterior, así que ya puedo hacerlo con lo que me den».