El Real Club de Sevilla ha soportado estoicamente la inclemencia meteorológica. El juego llegó a pararse diez minutos al filo del mediodía, pero finalmente los greenes y las calles tuvieron la cintura suficiente para regatear a la suspensión…
Ese ligero parón estaba sobradamente justificado. Hay que pensar que hoy han caído ocho litros por metro cuadrado, pero la mitad de esta cantidad fue vomitada por el inclemente cielo sevillano en apenas un cuarto de hora. En ese momento, como es lógico, varios greenes se anegaron, pero no hubo necesidad de suspender porque el terreno drenó a las mil maravillas.
Pero la mayor amenaza de suspensión suele venir siempre de parte de las tormentas eléctricas. El meteorólogo del circuito europeo de apellido impronunciable, Craig Mroczka, ha hilado hoy muy fino. Y el director del torneo, Miguel Vidaor, conducía de aquí para allá su buggy con los dedos cruzados y tocando madera…
Porque hay tormentas que la tecnología más avanzada (con la que cuenta Mroczka) señala y marca según se van moviendo, pero el problema se da cuando dicha tormenta se está formando justo encima tuyo. Y eso es lo que ha ocurrido hoy prácticamente sobre el Real de Sevilla. De todos modos, la situación se ha ido controlando casi al milímetro y no ha hecho falta, tampoco en este caso, recurrir a la suspensión.
