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La gesta estuvo a tiro

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Espectacular jornada final de individuales del Vivendi Seve Trophy. La victoria fue para Gran Bretaña e Irlanda por 15,5 a 12,5, pero lo cierto es que la Europa Continental rozó con la yema de los dedos una hazaña que habría sido histórica…

Fue un día de emociones muy fuertes en St Nom La Breteche. Las condiciones de juego fueron buenas, aunque el viento sopló con cierta fuerza y se dejó sentir a la hora de elegir los palos. Quien esperara un paseo militar de los chicos de Paul McGinley estaba muy equivocado. El Continente sacó la garra, el orgullo y, sobre todo, el buen juego que había estado aletargado durante toda la semana.

La remontaba parecía imposible hoy domingo. Las cuentas casi no salían. Hacían falta 7,5 puntos de 10 para forzar al menos el empate. Sin embargo, poco a poco fueron cayendo partidos del bando continental y la proeza comenzó a vislumbrarse. Durante muchos momentos, el equipo de Van de Velde tuvo los resultados necesarios para ganar el Seve Trophy, a McGinley no le llegaba la camisa al cuello. Una gesta de este tipo habría dado la vuelta al mundo.

Había que empezar ganando y mandando para poder soñar con la remontada. Y así fue. El guión parecía escrito hasta la última coma por Van de Velde.

Todo empezó con Thomas Bjorn. El gran danés llegó a perder por tres contra Lee Westwood, todo un Número 2 del mundo. Pero nunca tiró la toalla. Es un fiero rival. Sabía que el equipo descansaba sobre sus hombros y asumió la responsabilidad. Dio la vuelta al choque como un súperclase. Sacó de ritmo a Westwood. Metió los putts que no habían entrado durante la semana y templó los nervios mejor que el inglés. Tres birdies entre el 14 y el 17 fueron definitivos. Derribó a Westwood. La noticia corrió como la pólvora por el campo y espoleó al resto de sus compañeros. Bjorn ganó por 2 y 1.

Anders Hansen también derrotó a Simon Dyson en el segundo partido. Otro bastión de McGinley que caía. El danés ganó a su manera. Fallando cosas increíbles y metiendo otras espectaculares, como su putt de birdie en el 18 desde unos ocho metros. Debía haber ganado mucho antes. Lo mereció. Jugó mejor. Pero dejó escapar tres putts de menos de dos metros que mantuvieron la emoción hasta el último instante. Hansen ganó 1 arriba a Dyson.

Las buenas noticias llegaban en cascada. Tras la apurada victoria de Hansen caían como un castillo de naipes los triunfos de Francesco Molinari sobre Jamie Donaldson (4 y 3), Alex Noren sobre Robert Rock (4 y 3) y Miguel Ángel Jiménez sobre Darren Clarke (4 y 2). Éxtasis. Victorias abultadas y más que merecidas. Molinari jugó al golf de una forma soberbia. Pegando esos hierrazos a los que nos tiene acostumbrados y metiendo más putts que en toda la semana. Donaldson, sin pareja, se diluyó. Noren fue un martillo pilón. No permitió a Rock nunca verse con opciones de ganar. Empezó con dos birdies y marcó el partido. Jiménez, por su parte, ganó la batalla de los veteranos con mucha solvencia. El malagueño jugó muy ordenado, sólido y sacó partido de los errores de Darren Clarke. El norirlandés hizo +6. La virtud de Miguel fue no contagiarse del día aciago de su rival. La Europa Continental se ponía cinco a cero en el día. Pero aún quedaba la otra mitad de la jornada.

Los otros cinco partidos se resolvieron en el hoyo 18. Mayor emoción, imposible. El Continente lo veía posible, mucho más tras el medio punto valiosísimo que rescató Colsaerts ante Horsey. El inglés ha sumado 3 de 5 puntos posibles en este Vivendi Seve Trophy. Es uno de los nombres propios de este torneo. La pelea de Colsaerts tiene mucho mérito, ya que siempre fue por detrás en el marcador. Desde el hoyo 1. No fue un partido de gran calidad. Ambos jugaron sobre par, pero aguantaron la presión de manera extraordinaria, sobre todo al final. Colsaerts se plantó en el 15 dos abajo. Ahí sacó el poderoso misil que tiene por driver y ganó los dos pares 5. Empató el 16 con un gran putt de dos metros y volvió a empatar el 18 con un compromiso de algo más de un metro. Agallas y temple del belga. Dos buenos elementos que podrían estar en la próxima Ryder.

Cada partido era ya a vida o muerte. Pablo Larrazábal empezó tímido contra Jamieson. En el hoyo 10 estaba cinco sobre par en su vuelta y cuatro abajo con el escocés. Así era imposible. Fue entonces cuando emergió el jugador aguerrido, luchador, descarado y competitivo. Hizo tres birdies en cuatro hoyos y comenzó a creer en la remontada. Jamieson empezó a dudar y Pablo se subió a su chepa, pero se quedó sin hoyos. Pudo haber ganado el 13 o el 16, pero sus putts lamieron el hoyo y no quisieron entrar. Faltó ahí cierta suerte. Tras conseguir un eagle sobrenatural en el 17, aún tiró en el 18 para birdie y salvar medio punto, pero tampoco cayó en el agujero. Jamieson ganaba su punto por 1 arriba y el panorama se ponía ya muy feo para el Continente. El margen de error era mínimo.

La faena la remató, quién si no, Ian Poulter. Increíble el final de partido del inglés contra un brillante y sólido Matteo Manassero. El italiano siempre fue por delante en el marcador. Poulter sólo lo superó en el 18. Animal de match play. Estamos, sin duda, ante el mejor jugador del mundo en esta modalidad. Y lo que es más importante. Él lo sabe. Manassero dio algo más que la cara. Mostró al mundo que también está hecho para el match play. Soportó la presión como un grande, a pesar de sus 18 años. Está más que preparado para jugar una Ryder Cup.

La secuencia final fue increíble. Empataron el 14 con birdie, el 15 con par y Poulter acabó con tres birdies decisivos para darle la vuelta al partido. La diferencia estuvo en pequeños matices. Poulter fue un 'asesino'. Las dejó más cerca en el 16 y en el 18, y la metió. En el 17, con ventaja suya, Manassero falló un putt de eagle franco. No merecía perder este punto el italiano. Sólo lo podía perder ante alguien como Poulter.

El triunfo del inglés coincidió con que Foster aseguraba medio punto con Jacquelin y la victoria de Gran Bretaña e Irlanda se hacía oficial. El francés ha sido el jugador más flojo del equipo Continental de largo, aunque también hay que decir en su defensa que fue el último en entrar en el torneo por la lesión de Álvaro Quirós. Foster acabó ganando su punto en el 18 y Fisher y Hanson se repartieron medio punto de trámite, que habría sido a cara de perro de haber tenido valor.

Gran Bretaña e Irlanda vuelven a ganar el Seve Trophy. Amplían su palmarés gracias a su mejor rendimiento por parejas. No obstante, esta última jornada quedará en la retina de muchos aficionados por bastante tiempo. Olazábal puede estar tranquilo.

Resultados finales