Jon Rahm (+7) no ha podido derribar un muro doble. Por un lado estaba Valderrama, que ha conseguido sacarle de ritmo y hacerle dudar más de la cuenta. Por otro, la presión que él mismo se había metido, las ganas de agradar que tenía en su estreno profesional en España, que se han vuelto en su contra. Así lo ha reconocido el joven vasco en ambos casos.
En fin, ha sido el tercer corte que falla en el año y todos curiosamente encuentran buena parte de la explicación desde el terreno emocional. Esta es la lectura que parece más correcta y la que también hace el jugador. Falló el corte en el Memorial, inmediatamente después de ascender al top ten mundial, situación que alteró su ‘metabolismo’ (como si hubiera que jugar ya al ciento veinte por ciento cada semana, revolucionado); lo perdía en el US Open, víctima de esa ansiedad por hacerlo bien en los Grandes que tanto le ha afectado en su primera temporada completa de profesional, como si fuera una obligación ganar el primero; y tampoco estará este fin de semana en Valderrama, donde no ha podido jugar metido en la burbuja por las razones antes argumentadas.
Por supuesto, hay otra manera más simple de verlo: tarde o temprano el lado más ingrato del golf te lleva por delante y te quedas mano sobre mano algún fin de semana, salvo que te llames Tiger Woods y nos traslademos al periodo que va del año 1999 al 2004, tiempo en el que no dejó de pasar ni un solo corte en el PGA Tour…
