Inicio Grandes Circuitos DP World Tour El sueño, la canción de Fangoria y una mirada al cielo
Hablamos con David Morago, caddie de Nacho Elvira, unas horas después de ganar el Soudal Open

El sueño, la canción de Fangoria y una mirada al cielo

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David Morago y Nacho Elvira preparan un golpe en la última ronda del Soudal Open.
David Morago y Nacho Elvira preparan un golpe en la última ronda del Soudal Open. (© Golffile | Thos Caffrey)

Antes de salir a jugar la última ronda del domingo, David Morago ya había ganado el Soudal Open. Lo había soñado la noche anterior. «Fue una sensación extraña, pero muy real. En cierto modo, me dio tranquilidad, era como que ya lo había vivido», asegura desde Hamburgo a Ten Golf el caddie de Nacho Elvira.

Le colocamos la etiqueta de caddie, aunque en el fondo se le queda pequeña. Morago sigue teniendo alma de jugador, le brillan los ojos de manera especial cuando entrena y le apasiona ser caddie. Es algo así como la santísima trinidad del deporte de los 14 palos. «Hace dos años que intento responderme a la pregunta de qué soy y qué voy a hacer con mi vida. Lo que tengo más claro es que me encanta estar cerca de la competición, no me gusta la rutina de pasar nueve horas en un club dando clases. El domingo fue un día muy guay, un día de cojones», asegura. Llegamos al acuerdo de que la etiqueta que mejor lo define es: un hombre de golf.

David fue un más que prometedor jugador amateur. En 2013 fue subcampeón de Europa en El Prat sólo por detrás del inglés Ashley Chesters y en un torneo donde estaban Jon Rahm, Thomas Detry, Grant Forrest, Renato Paratore o Adrian Meronk. Una lesión truncó su evolución y de la mano de Javier Sainz se embarcó en la enseñanza y en la profesión de caddie. Le encantó. Trabajó también con Adri Arnaus y ahora acaba de conseguir su primera victoria en el DP World Tour como fiel escudero de Nacho Elvira. Apenas lleva cinco meses con el cántabro, pero han conectado muy rápido de una manera muy especial. «Por dentro me siento jugador, pero por X o por Y no he podido competir. Me encanta el golf, me gusta mucho aprender y me lo paso muy bien», afirma.

No hay que ser Sherlock Holmes para detectar que entre Elvira y Morago hay una química especial. Ya sabemos cómo es el golf y es imposible saber hasta dónde llegará la relación, pero de momento, más allá del triunfo en Bélgica, les va de cine. Todo se reduce a ver la vida de una manera muy parecida. No sabemos si está en su playlist, pero a David lo define bien la canción de Fangoria: no quiero más dramas en mi vida, sólo comedias, entretenidas…

«Soy bastante positivo y natural. Digo las cosas como son y como me salen. Me cuesta tomarme la cosas muy en serio. No soy de ver el drama a la vida. No hay que confundirse, soy un perfeccionista compulsivo, no me tomo las cosas a la ligera, pero me gusta pasármelo bien, afronto la vida como un juego y Nacho es también muy natural, sencillo y humilde. Está en un momento de su vida más relajado, a punto de ser padre por segunda vez y esto es como todo, estamos en un momento que hemos encajado muy bien y es más fácil ser así», reflexiona.

Morago defiende que como jugador era muy ansioso. «Siempre iba por delante y me costaba estar en el presente. Quizá por eso, si algo hago bien ahora es ayudar al jugador a estar en el momento y no ir más allá. Ese fue mi principal objetivo con Nacho el domingo y siempre».

Se puede decir que David tiene facilidad para quitarle hierro a las cosas. El domingo fue literal. En el hoyo 17, tras fallar la salida, les quedó un golpe de 205 metros a la bandera. Era un hierro 2 de manual, pero no lo tenían en la bolsa porque se había roto en la cancha de prácticas durante el calentamiento, unos minutos antes de salir a jugar. Se podrían haber lamentado y maldecido su suerte, pero lo que hicieron fue mirarse y sonreír. «Es lo que hay, no hay más, a pegar el hierro 4», se dijeron.

Si tuviera que elegir los momentos clave del domingo, Morago lo tiene bastante claro. El primero fue en el hoyo 1. Cuando llegaron al club, parece que sus plegarias habían sido escuchadas, ya que el DP World Tour había decidido adelantar el tee. Esto significaba que podrían salir con el hierro 2… si lo hubieran tenido, claro. «Ese primer drive a calle fue muy importante, así como todo el hoyo, lo bien que lo jugó, el birdie… Quitó de un plumazo los nervios que pudiera haber, dio más tranquilidad y nos mantuvo aún más en el presente», asegura.

El siguiente momento fue en el 7, después de fallar la salida y que la bola acabara en un lugar donde sólo se podía sacar a calle. Además, llegó el chaparrón. Media hora parados, bajo el paraguas y con ese golpe de salida… «En otro momento habría sido una situación durísima, pero logramos sacar unas risillas y conseguimos romper el momento», explica.

Por supuesto, en la memoria de todos quedarán esos dos approachs en los hoyos 12 y 17, pero David concede igual o más importancia al birdie del 11. «Veníamos de hacer bogey en el 10 y fue como un mensaje, un golpe sobre la mesa. Nos estábamos desangrando a cuentagotas y con ese birdie fue como decir, cuidado, que yo también sé ir hacia adelante».

Merece la pena, no obstante, detenerse en ese chip del 17. «No se veía por televisión, pero la bola estaba fatal, hundida y con una lechuga por delante. El approach y putt que hizo es de locos, digno de unas manos españolas. En la previa del US Open, el lunes anterior, recuerdo que tenía un chip de unos 20 metros y le di mi opinión. Fue un desastre. Ahí le dije, mira, alrededor de green no te vuelvo a decir nada. Por eso, cuando llegamos a la bola del 17 y me dijo: «mira tú, has visto cómo está la bola, qué hago aquí… yo me callé y miré al cielo, como que no lo había oído», cuenta.

Como buen hombre de golf, David, barcelonés de nacimiento, tiene muy bien definido a Elvira. «Con los wedges y aprochando es Dios bajado a la tierra, con los hierros medios y largos es buenísimo, de hecho, hay muchos torneos que tenemos mejor balance en los pares 3 que en los pares 5. Somos el equipo de los patitos, por la gran cantidad de ‘2’ que hacemos… Además, con el putt es un gran ejecutor, yo le ayudo con las caídas y él lo hace muy bien. Donde hay margen de mejora, y lo sabemos los dos, es con el driver. En eso estamos», asegura perfeccionista.

Una vez abierta la lata, quieren seguir ganando. Saben que ésta no será una semana fácil porque el desgaste de energía al ganar es brutal, pero van con toda la ilusión, aprendiendo, mejorando y sin dramas. «Me hace más feliz ver a otros feliz que yo mismo», remata. Por si les quedaba alguna duda sobre quién es David Morago.