Espléndida jornada para jugar al golf en el Royal Golf Dar es Salam de Rabat y, sin embargo, la primera vuelta del Trofeo Hassan II nos ha dejado cuatro líderes en -3 que, por tanto no han bajado de 70 golpes (el Red course es un par 73, hay que tenerlo en cuenta): los franceses Stal y Havret, el danés Bjerregard y el inglés Morrison. Está duro el asunto. Cualquier registro bajo par es un cañón y el desgaste psicológico es superior al normal, porque cada hoyo es un reto y los bogeys son moneda común. Hay muchas maneras de analizar un escenario como este. Aquí va una: el hecho de jugarse un campazo, de gran diseño y enorme dureza no hace otra cosa que dotar de más prestigio al torneo.
En esta tesitura, las tarjetas de 72 golpes, una menos en el día, de Pablo Larrazábal y Alejandro Cañizares hay que considerarlas notables. Sobre todo en el caso del segundo, que reaparece esta semana después de más de dos meses de inactividad por lesión. Cañi no las tenía todas consigo en las jornadas de práctica, aunque no dejaba de sonreír: «al menos ya puedo jugar», decía. Y se ve que las ganas de competir han sido más fuertes que cualquier otra cosa, pues no parece este campo el mejor lugar para un swing cogido con alfileres.
Tampoco se quejaba demasiado de su jornada laboral Larrazábal, y eso que comenzaba con tres birdies en sus cuatro primeros hoyos, un arranque que quizá prometía una jornada de gloria… Pero, lo dicho: la gloria en este magnífico recorrido de calles estrechas y greenes enanos es incluso el empate al final del día. Y el barcelonés lo sabe.
Hay que resaltar asimismo la magnífica batalla presentada por Adrián Otaegui (PAR) y Nacho Elvira (PAR), que comenzaban titubeantes y con bogeys sus respectivas rondas y sin embargo finalizaban conquistando unas valiosas tablas.
