En abril de 2011 un adolescente chino participaba en el Abierto de su país, torneo de cierto rango en el circuito europeo, con 15 años y siete meses de edad. Uno de tantos ‘experimentos’ orientales, se pudo pensar, no sin cierta razón. Uno de estos mozuelos que luego se quedan en tierra de nadie y de quienes no se vuelve a hablar. Pero aquel muchachito era Haotong Li, que hoy acaba de dar el salto definitivo a la élite pura y dura del golf mundial, donde ya venía campando en los últimos tiempos, sobre todo desde que acabara en tercer lugar en el pasado British Open de Royal Birkdale. Lo ha hecho imponiéndose en un mano a mano a Rory McIlroy en la jornada final del Dubai Desert Classic.
Haotong Li no tiene miedo a pegarle muy duro, sus hierros echan humo y es un pateador vertiginoso
Es cierto que el norirlandés no ha mostrado su versión súper o más intimidante, pero hay que darle toda la credibilidad al joven chino (hoy tiene ya 22 años cumplidos). Si había un comentario ayer por la tarde y esta mañana en la trastienda del torneo era este: al chino hay que ganarle el torneo, porque él no se arruga. Podrá equivocarse, fallar, errar la estrategia, como les pasa a todos, pero tiene corazón de león. No tiene miedo a pegarle muy duro, sus hierros echan humo y es un pateador vertiginoso, muy certero y brillante: el viernes enchufaba diez putts de birdie de todos los colores, y el sábado otros ocho… Hoy, ni siquiera los dos bogeys firmados en los hoyos 10 y 12, en el momento de la verdad, han podido con él. Regresaba a la senda del birdie inmediatamente y tampoco le temblaba el pulso en el putt definitivo del 18 para establecer el mejor resultado ganador de la historia del torneo (-23) tras entregar un 69.
En fin, mañana habrá ascendido en torno al puesto 32º del ranking mundial, asegurándose prácticamente la presencia en el Masters de Augusta, el último Grande que le faltaba por jugar, así como en los campeonatos del mundo, especialmente los dos primeros, México y Dell Match Play, muy cercanos en el calendario.
Con la aparición puntual de Tyrrell Hatton (-20) en el tramo final como candidato, lo cierto es que en casi todo momento ha dado la sensación de que esto era un debate a dos, entre Li y Rory. A McIlroy, por segunda semana consecutiva, se le ha quedado un poco la cara del novio plantado en el altar. Es como si le faltara todavía una última mano de pintura competitiva. Pero las buenas noticias superan a las desagradables, porque el norirlandés ha regresado fino y dispuesto. Con un juego corto muy engrasado, de seda, y un juego por momentos más contenido para ganar en consistencia. Son, en efecto, buenas noticias para él… Y también para el equipo europeo de la Ryder, en el que Rory es piedra angular.
