Inicio Grandes Circuitos DP World Tour Llega el Nedbank y a los caddies se les pone la carita...

Llega el Nedbank y a los caddies se les pone la carita seria…

Compartir
Pablo Larrazábal, junto a su caddie, Raúl Quirós, en el Nedbank Golf Challenge 2022. © Golffile | Eoin Clarke
Pablo Larrazábal, junto a su caddie, Raúl Quirós, en el Nedbank Golf Challenge 2022. © Golffile | Eoin Clarke

El Nedbank Golf Challenge que arranca este jueves, penúltimo torneo de la temporada del circuito europeo, con un field reducido (66 jugadores), es poco menos que una bomba de relojería en manos de los caddies. Hace un año ya señalábamos que el recorrido del Gary Player Country Club (Sun City, Sudafrica), escenario de la prueba, recibe un sobrenombre tétrico entre bromas y veras: el cementerio de los caddies. El viento, tan cambiante en aquellos parajes, tiene mucho que ver con el estrés que sufren caddies y jugadores a la hora de tomar las decisiones pertinentes sobre el verde, pero en realidad son varios los factores que hacen de esta semana la más complicada del año.

En esta ocasión vamos a enumerar y profundizar un poco más en todos esos factores, de la mano de algunos avezados caddies, que además están allí está semana. “En este campo se juntan todos esos factores que de verdad complican mucho a caddies y jugadores la toma de decisiones”, señala Pello Iguarán, que marchará a los mandos de la bolsa de Nacho Elvira, como ya viene haciendo en los últimos torneos.

Hay que recordar, para empezar, que este campo está a más de 1.100 metros de altitud. Y que suele hacer mucho calor en esta época del año. “Sólo estos dos factores ya hacen que la bola vuele una barbaridad”, apunta Jesús Legarrea, caddie de Jorge Campillo, “así que hay que afinar con las cuentas. Y si a eso le unes el viento… Es muy típico en este campo que la bola no se comporte en su vuelo de acuerdo al viento que tú estás sintiendo en ese momento”, añade. Así es, porque el recorrido se mueve entre colinas que están muy cerca y provocan remolinos. “Es muy cambiante y te llevas sorpresas a menudo. Por ejemplo, hay una situación clásica del hoyo 1, que es completamente recto. En el tee sientes el viento a favor, un poquito de la izquierda, y cuando llegas al segundo tiro, que debería ser perfectamente con un wedge, te fijas en unas banderas que suele haber allí en el green, en unas gradas, y resulta que viene totalmente en contra… Este tipo de situaciones se dan muy a menudo y realmente a veces no sabes a qué atenerte”, explica Raúl Quirós, caddie de Pablo Larrazábal.

Precisamente allí, en el 1, Legarrea y Campillo vivían el año pasado una pequeña odisea, eso sí, con final feliz. “Teníamos 150 yardas a la bandera con el viento en contra y pegamos el hierro 9, pero la bola se voló todo el green, y de hecho se estrelló contra la torreta de televisión y volvió hacia atrás para quedarse en el rough, más bien corta… Lo bueno es que Campi enchufó el chip desde allí para birdie”, relata Jesús.

Los dos, Legarrea y Quirós, se refieren también a los greenes como otro de esos factores estresantes. “Son muy pequeños, o mejor dicho, muchos tienen esa forma de trébol y cada hoja del trébol es en realidad un pequeño green, así que hay que afinar mucho los tiros para de verdad dejarlas cerca en esas banderas tan bien colocadas en esos recovecos”. coinciden.

Iguarán suma otro factor más. El tipo de hierba. “Al fin y al cabo, en Suiza también tienes el problema de la altitud e incluso el del viento, más o menos cambiante. Pero yo creo que aquí, en Sun City, se añade una dificultad más por el tipo de hierba que tienes en el fairway (kikuyu), porque la bola no siempre reposa exactamente del mismo modo. Es como si en ocasiones estuviera un poquito más hundida, lo suficiente para que pueda afectar en el vuelo y, por tanto, en la distancia. Todos estos factores hacen que en este torneo se den muchas más ‘coladas’ de palo de las que se dan normalmente… A veces, de hecho, el jugador siente que ha pegado un gran tiro, justo el que quería, y de repente la bola se queda quince metros corta, por ejemplo”.

Toca adaptarse cada año a todo este jaleo, cuyas consecuencias tiene reflejo inmediato en el score final invariablemente. Si nos fijamos, es cierto que el resultado ganador se ha ido a veces hasta aquel -19 de Leishman en 2016, al -18 de Willett en 2015 o al -15 de Westwood en 2018, pero en realidad, más allá del iluminado de turno, son muy poquitos los jugadores que alcanzan el doble dígito por debajo del par después de 72 hoyos. Es más, en Sun City normalmente un resultado de sólo una o dos bajo par cada día, lo que nos llevaría a un acumulado aproximado entre -4 y -6, prácticamente asegura una plaza dentro del top ten.

“Es que además de todos estos factores está el campo en sí mismo, que es complicado”, apunta Quirós. “Las salidas desde el tee son por lo general muy intimidantes porque un error grave te lleva fácilmente a perder la bola, o bien al obstáculo de agua”, sentencia Legarrea. Por si no fuera suficiente…