Coronavirus, contagios, desasosiego mundial, fallecimientos, confinamiento, cuarentena, apertura, brotes, rebrotes… Vivimos tiempos oscuros en todo el planeta, es época de cambios, de nuevas realidades, de antiguas normalidades reformadas, pero hay cosas que se empeñan en no cambiar jamás y una de ellas es Miguel Ángel Jiménez. El golfista malagueño ha iniciado el Austrian Open, primer torneo del European Tour después de cuatro meses de parón por el COVID-19, con una excelente tarjeta de 68 golpes (-4) para colocarse en la tercera posición provisional, a dos golpes del sorprendente líder, el escocés Craig Howie (-6).
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Jiménez, que pasó la mayor parte de la cuarentena en la República Dominicana al detenerse el PGA Tour Champions, nunca se deja llevar. Parece lógico pensar que un parón tan largo puede afectar especialmente a los jugadores más veteranos. No es lo mismo volver a poner en marcha una máquina nueva que otra que ya tiene unos años, pero Jiménez es diferente a todo, una especie única. Capaz incluso de sorprenderse a sí mismo. Ha entregado una tarjeta con cinco birdies y un solitario bogey (en su último hoyo) para ponerse en la zona alta desde el principio y hacer una declaración de intenciones. No ha venido a darse un garbeo. Como siempre, juega para ganar. Es la auténtica y absoluta normalidad de Miguel.
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En cuanto a resto de españoles, buen comienzo también para Carlos Pigem y Sebastián García Rodríguez, ambos con -2, con dos rondas muy diferentes. Pigem hizo tres birdies y un solitario bogey, muy consistente y estable, y Sebas firmó cinco birdies, cinco bogeys y un eagle, nada que se salga de sus raíles habituales. Además, Borja Virto ha hecho el PAR, David Borda ha arrancado con +2, Iván Cantero ha hecho +4 y Emilio Cuartero se ha ido a +5.
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Más allá de los españoles, sobresalen Thomas Detry y Renato Paratore, son dos de los favoritos al triunfo final y han comenzado con una vuelta más que solvente de 68 golpes, igual que Jiménez. Ahora se está jugando ya el turno de tarde.
