Nacho Elvira (-9) no olvidará fácilmente su tercera vuelta en el Dubai Desert Classic del año 2017. Y eso que terminaba firmando una tarjeta de 72, arañando unas emotivas tablas al Emirates Golf Club. En realidad, y a pesar del resultado, que no ha sido fantástico y que le ha restado casi todas sus opciones de victoria, de esta ronda puede extraer, o mejor dicho, apuntalar y reconfirmar, una experiencia a la que ya viene sacando punta desde hace tiempo: la buena actitud puede hacer maravillas en un campo de golf y, sobre todo, evita sofocos, frustraciones y recalentamientos que rasgan la confianza y son veneno puro para la ‘salud’ del juego propio.
Por supuesto que ha sufrido lo suyo al encontrarse la bola tan horrorosamente puesta en el bunker del hoyo 4, o con aquella corbata ladina del 10. Y también con la falta de luz en los tres últimos hoyos, que a él siempre le ha afectado de manera especial. Pero por encima de todo se le ha visto positivo, hasta sonriente y bromista, empecinado en seguir remando mientras quedase un green por atacar. A lo mejor por eso, sólo a lo mejor, finalizaba con un eagle inolvidable en el 18, después de pegar en el 18 un drive mayúsculo sin luz, un segundo tiro sin apenas ver la bandera, y luego de embocar un puro de alrededor de diez metros, para empatar en el descuento, que es cuando mejor sabe, un partido que se le había atravesado de un modo u otro.
No se trata aquí de mitificar para Nacho la figura de Sergio García, porque al fin y al cabo el cántabro es un jugador hecho y derecho y no dejan de ser compañeros de profesión, pero era la primera vez que jugaban juntos y lo hacían en el partido estelar del sábado, circunstancias a las que Elvira ha querido dar toda la importancia y, sobre todo, ha sabido paladear. Incluso cuando marchaba tres arriba en el día después de cinco hoyos, Nacho ha mantenido arriba el mentón, aguardando su momento. Y hasta se atrevía a pedirle marcha al numeroso gentío que acompañaba al partido después de convertir su primer birdie del día en el hoyo 7…
En esta tercera vuelta no ha jugado tan fino. Ha fallado más golpes que en jornadas anteriores y es posible que unas molestias en el cuello tuvieran algo de culpa. Pero también ha sacado el genio de la lámpara en muchas fases del recorrido: aquel aprochito en el 9 que estaba a punto de embocar desde unos treinta metros, el tirazo en el 10 desde la pista de arena para llevarla al fondo del green, los excelentes hierros en los pares 3 de los hoyos 7, 11 y 15… Y todo el hoyo 18 en su conjunto, como ha quedado dicho.
Elvira volverá a jugar con Sergio en similares circunstancias, no nos cabe la menor duda, y seguro que ambos disfrutarán de la mutua compañía, tal y como hoy ha ocurrido.
