Más que satisfecho debe haberse quedado Richie Ramsay (-10), ganador de un fantástico torneo como este Trofeo Hassan II 2015. En primer lugar, precisamente por eso, porque la semana ha sido vibrante, porque la incertidumbre ha planeado sobre el Golf du Palais Royal hasta el final, porque los candidatos al triunfo el domingo se contaban incluso por decenas… Porque en un recorrido como este de Agadir nunca puedes dar nada por hecho hasta que llegas al hotel con el sable de campeón.
Plenamente satisfecho, además, por cómo ha sabido encajar la paliza que se llevaba en el hoyo 8 (triple bogey), salvando a continuación dos pares magníficos y muy delicados en los hoyos 9 y 10. Y tremendamente agradecido también debe estar el escocés de 31 años, porque al final, en el 17, una escapada por la derecha dejaba su bola a un palmo de unos arbustos, desde donde no hubiera podido jugar de ninguna de las maneras y, además, el dropaje hubiera resultado muy complicado…
La buena fortuna, como se ve, también es un factor clave, aunque no siempre suficiente: Romain Wattel también la tuvo cuando embocaba un chip desde unos veinte metros y en posición delicada en el hoyo 15 para salvar el par (aquello realmente olía a doble bogey), lo que le valió para poder luchar hasta el mismo 18 por alcanzar al menos el desempate. El joven francés aún va a tener que esperar para conseguir una victoria que, según auguran sus propios compañeros, debería ser la primera de una larga lista.
El ataque al liderato más emocionante, profundo y persistente vino en realidad horas antes de las manos de José María Olazábal, a quien sin duda es una placer verlo de nuevo en la brecha, mucho más con el Masters de Augusta a tiro de piedra. Este campo tiene muchos birdies, pero hay que jugarlo casi a la perfección y sin siquiera un despiste, sabiendo además que incluso de ese modo te puede caer algún bogey por el camino. Chema se ha mostrado muy seguro desde el tee, ha dado un auténtico recital en los greenes y ha pegado unos cuantos hierros que han hecho recordar al mejor Olazábal. A saber:
En el hoyo 3 arrancaba su espectacular serie de nueve birdies embocando un putt de tres metros y medio después de pegar un excelente tiro.
En el hoyo 7, putt de cuatro metros y medio a la cazuela.
En el hoyo 8, par 3, pegaba un fantástico disparo desde el tee y dejaba la bola a poco menos de dos metros. Nuevo birdie.
En el 10, par 5, se dejaba el birdie casi dado (putt de menos de medio metros).
En el 11, nuevo tirazo y putt de un metro.
En el 12, par 3, otro buen tiro y putt de unos tres metros adentro.
En el 14, otro par 3, anduvo muy cerca del hoyo en uno y de vuelta embocaba desde algo más de metro y medio.
En el 17, un buen purito medio desde unos cuatro metros y medio.
Y en el 18, otro espléndido tirazo y putt adentro desde un metro y medio aproximadamente. Hubiera rizado el rizo el vasco si emboca un putt de doce metros en el 16, que a punto estuvo de entrar…
Al final, vuelta de 66 golpes, el mejor resultado del día, sólo emborronado con tres bogeys que le alejaron del triunfo. Pero no se puede pedir más.
No se quedó muy atrás el ataque de Pablo Larrazábal (-8, hoy un 68), que terminaba en una excelente tercera posición y que libraba un apasionante combate cuerpo a cuerpo con el campo: por los primeros nueve hoyos sólo firmaba un par, en el 9, además de cuatro birdies y cuatro bogeys. Después, se estabilizaba y con el liderato siempre como objetivo iba arañando birdies hasta alcanzar ese -8 que en realidad bien pudo haber abierto las puertas a un desempate multitudinario. Sea como sea, el barcelonés ya tiene el primer top-ten del año en el bolsillo y, sobre todo, ha certificado sobre el terreno y en una semana muy exigente que todo el trabajo que viene haciendo bajo la supervisión de su hermano Alejandro, esos pequeños cambios en busca de consistencia, ya rinden dividendos.
