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No queda más remedio que poner todos los focos sobre Otaegui

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Adrián Otaegui, ganador del Belgian Knockout 2018. © European Tour
Adrián Otaegui, ganador del Belgian Knockout 2018. © European Tour

Tenemos una semana con sabor distinto en el circuito europeo con la disputa del Belgian Knockout, que se disputa en el Rinkven International Golf Club, a unos quince kilómetros en línea recta al noreste del centro de Amberes. Recordemos como va el asunto, porque este año además hay alguna novedad:

– Habrá dos jornadas de stroke play, jueves y viernes, de las que saldrán los 64 mejores, que a su vez formarán el cuadro de enfrentamientos directos que se disputarán el sábado y el domingo en partidos de nueve hoyos bajo un formato llamado medal match play, esto es, cuentan todos los golpes, no se ganan o se pierden hoyos y no se dan putts. Hay que insistir en esta idea: no es match play al uso, aunque sean enfrentamientos ‘head to head’, por lo que siempre se juegan los nueve hoyos. Un ejemplo exagerado para entenderlo: puedes llegar al noveno hoyo con un parcial de +2 y tu rival con uno de -1 y ganarle si haces birdie y tu rival un triple bogey…

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– La novedad de este año es que los 144 jugadores que arrancan el torneo han sido divididos en dos clasificaciones autónomas de 72 cada uno y de cada una de ellas pasarán a la siguiente fase de duelos directos los 32 mejores. Se ha hecho así para evitar que un jugador que el viernes juegue en el turno de mañana tenga que esperar seis o siete horas para disputar el clásico y casi inevitable desempate para pasar ese corte de 64, situación bastante incómoda y hasta cierto punto injusta que ya se dio el año pasado.

Así, para cerrar los dos grupos exactos de 32 jugadores se saldrá a desempatar a un hoyo 19 preparado a tal efecto. Los jugadores del turno matutino del viernes (vespertino del jueves) que estén en esta situación lo harán entre ellos, y los del turno vespertino del viernes (matutino del jueves) igualmente desempatarán entre ellos, evitando así esas largas esperas de algunos.

– ¿Cómo se han repartido los 144 jugadores? Este era un punto delicado, puesto que había que conformar dos mitades compensadas, con el mismo nivel. Para ello, se ha utilizado el ranking mundial, así como la Race to Dubai. Una labor de chinos para asegurar el equilibrio, pero que ha dejado contento a todos.

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– Una vez se tienen los dos grupos exactos de 32 clasificados, se mezclan, estableciendo un orden concreto del 1 al 64, que es el que conformará el cuadro de duelos directos, jugando el 1 contra el 64, el 2 contra el 63, el 3 contra el 62 y en esta secuencia. ¿Cómo se establece el orden de esos 64 viniendo de dos clasificaciones distintas? En aquellas posiciones donde haya empate se dirimirá cuál es el mejor por el siguiente criterio: se mira su resultado en la ronda del viernes; si persiste el empate, se mira el resultado en los últimos nueve hoyos de la ronda del viernes; si persiste el empate, se mira el resultado en los últimos seis; si persiste, se mira el resultado en los últimos tres; si persiste, se mira el resultado en el último hoyo; y si aún así persiste (cosa de brujería…), se compararían las tarjetas al modo match play.

– Los cuatro semifinalistas, por tanto, juegan un mínimo de 90 hoyos: los 36 de stroke play jueves y viernes, y seis rondas de nueve hoyos hasta cerrar la final (primera ronda, segunda ronda, octavos, cuartos, semifinal y final). El sábado se disputan los tres primeros cruces (primera ronda, segunda y octavos) y el domingo los tres últimos (cuartos, semifinal, tercer y cuarto puesto y final).

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Una vez recordado, aclarado y explicado el formato, no queda más remedio que poner todos los focos sobre un jugador, español para más señas, Adrián Otaegui. La razón es simple: en los últimos tres torneos que ha jugado con formato resuelto con duelos directos, bien sea en match play puro y duro o en medal match play, el vasco arroja un registro antológico: dos victorias (Paul Lawrie match play 2017 y Belgian Knockout 2018) y un segundo puesto (Super 6 Perth 2019).

No puede ser pura casualidad, algo tiene el muchacho en los duelos frente a frente, aunque tampoco estos resultados sirvan para asegurar el éxito de Adrián esta semana, obviamente. Para empezar, la frescura física ayuda a marcar diferencias, más que nada el sábado y el domingo, donde se pueden llegar a jugar 27 hoyos cada día, y en este sentido Otaegui, por juventud y preparación, va bien provisto. Cuenta también la rapidez y eficiencia para activarse mentalmente en cada duelo, donde cada golpe puede ser vital desde el primer hoyo, y en este sentido Adrián también está por encima de la media. Y por último, pesan la frialdad y el sentido común en las encrucijadas estratégicas de cada partido, apartado donde la ordenada cabeza de Otaegui también puede marcar la diferencia, pues no es un jugador que se altere o se ciegue fácilmente.

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Hay otros ocho españoles en una cita donde, a priori, las estrellas locales (Pieters, Detry y Colsaerts) entran en muchas quinielas, al igual que otros nombres ‘de moda’ como los de Wiesberger, Macintyre, Langasque, Kinhult, Benjamin Hebert (cayó en la final ante Otaegui el año pasado) o el explosivo Migliozzi. Además de Otaegui, habrá que ver por tanto hasta dónde pueden llegar los Adri Arnaus, Gonzalo Fernández Castaño, Nacho Elvira, Pedro Oriol, Iván Cantero, David Borda y, sobre todo, Pablo Larrazábal y Alejandro Cañizares, que parecen llegar en un gran momento de forma y confianza.

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