Oliver Wilson (-17) al fin lo hizo. Ganar. Y En St. Andrews. Visto así, a lo mejor hasta mereció la pena y todo. El inglés ‘sólo’ ha tenido que hacer este domingo dos cosas para llevarse el Alfred Dunhill Links en la Casa del Golf: por un lado, no ofuscarse cuando McIlroy, Fleetwood y Ramsay venían avasallando; por otro, pegar el mejor golpe de su vida en el hoyo 16…
Todo lo que no se dio ninguna de las veces que estuvo para ganar (nueve veces terminó segundo en su carrera…), pareció coincidir al fin. Una gran semana y un final poderoso y afortunado. Además del citado hierrazo en la calle del 16 del Old course, esa recuperación salvaje en el 17, dejándose casi dado el par aprochando desde unos sesenta metros, el putt de birdie final de Fleetwood en el 18, errado, el error de McIlroy en el 17, que llevó su bola al bunker más famoso del mundo apurando demasiado un aprochito con el putter…
Toca formular, no obstante, la pregunta de los mil millones. ¿Qué demonios ha pasado para que este jugador venga de sufrir de lo lindo en el Challenge Tour, donde no había pasado tres de los últimos cuatro cortes, a ganar uno de los torneos más prestigiosos del año después de recibir una invitación para disputarlo?
El propio jugador acertaba a dar una de las razones de este cambio mayúsculo. Hace unas semanas se fue a trabajar con Robert Rock y los resultados tardaron poco en verse. «En Kazakhstan (torneo del Challenge) ya hice un 63 en segunda ronda. Robert estuvo mucho tiempo conmigo, me ayudó mucho con mi swing y me dio la confianza necesaria», ha revelado Wilson.
¿Es esta la confirmación de un gurú del golf? Ya veremos. Rock lleva desde luego mucho tiempo enfocando parte de sus energías a esta tarea instructiva y pedagógica, y conviene anotar resultados tan deslumbrantes (también cuida del swing de Amy Boulden, joven jugadora galesa de 21 años, debutante este año en el Ladies European Tour, que una hora antes del triunfo de Wilson finalizaba en segunda posición en Francia, por detrás de Azahara Muñoz).
El caso es que Oliver Wilson se ha ganado a sí mismo para la causa del golf de alta competición después de atravesar un interminable páramo. No es el primer caso, ni será el último. Coincide además, en este caso, que su redención hace feliz a muchos colegas. El inglés es un gran tipo, sencillamente.
