Adrián Otaegui (-12) se ha quedado a las puertas de su primera victoria en el circuito europeo, a un sólo golpe del ganador final en el Lyoness Open, el chino Ashun Wu (-13), pero es más que probable que esta semana marque un antes y un después bien definidos en su carrera. No tanto por el segundo puesto que ha cosechado el joven vasco (la primera vez que se mete en un top-3), sino más bien por haber sido capaz de romper determinadas barreras, las últimas que separan a los buenos jugadores de los campeones.
Porque el hecho de haber sucumbido finalmente ante Wu no ha sido más que una cuestión de mero detalle. Nada grueso o importante. Es solo que cada semana sólo puede ganar uno. Incluso el putt que tiraba Adrián en el 17 para salvar el par, a la postre decisivo, estaba muy bien tirado. Tocado con esa aleación normalmente letal de dulzura y precisión. Por no hablar del que estaba a punto de embocar desde unos siete metros en el 18, que también llevaba toda la intención del mundo, bien leído y ejecutado…
El español ha jugado como diría el manual que debe jugarse una última ronda saliendo en el partido estelar. Atacando cuando debía, consistente y sin entrar en pánico en los momentos delicados, que por supuesto siempre aparecen.
No estaba escrito que hoy fuera su día de gloria. Tenía que ganar Wu, tan brillante por los nueve primeros hoyos, y dejar impresas estas otras historias: la del chino que por primera vez ganaba más de un torneo en el circuito europeo; o la del chino que por primera ganaba en suelo europeo; o incluso la del chino que aquella semana de junio de 2016 pateó como los ángeles en el Diamond Country Club austriaco…
Puede que incluso le cueste una barbaridad a Otaegui volver a ponerse en semejante situación, líder en el hoyo 70º de un torneo del European Tour. Pero el modo con que ha sido capaz de afrontar y jugar esta última jornada dejará en él una huella reconocible. Dejará, ha dejado, un arsenal de recursos intangibles a los que acudir cuando vuelva a verse en parecida tesitura.
Esta semana en Austria, además, es la confirmación de un trabajo bien hecho, y un premio (aunque no sea completo) a su dedicación y a ese modo de comportarse mientras compite, bien metido en la faena, sin ceder ni un solo milímetro al empuje de la frustración. Adrián Otaegui aún tiene por delante la tarea de estrenar su palmarés ganador, pero los peldaños que ha escalado esta semana casi pueden tocarse con la mano, de tan reales que son. Consulta aquí los resultados finales.
