La última vez que Miren vio a su nieto en competición fue en 2015. Era el Campeonato de España de Laukariz. Corría el mes de julio y Jon Rahm se coronaba campeón del torneo por segundo año consecutivo. Talismán.
Desde entonces, amama, abuela en vasco, apenas ha podido salir de casa, aunque no se pierde un torneo de su nieto. Lo sabe todo y vibra como la fan número 1. Obviamente, esta cita en Madrid no se la podía perder. Ni siquiera la siempre delicada salud de una octogenaria, iba a impedir que estuviera como un clavo poco antes de las dos de la tarde para ver a Jon pegar su primer golpe en el hoyo 1.
No sólo estaba, sino que se dejó sentir. “La pude escuchar en el tee”, aseguró emocionado Rahm. Después, ya fue imposible. Cerca de 10.000 espectadores (8.346 es la cifra oficial) han abarrotado hoy el Centro Nacional para ver una jornada apasionante y acompañar, especialmente, el partido donde iban Rahm y Rafa Cabrera Bello. Las estampas en el recorrido de Madrid han sido espectaculares, aunque como es lógico en ocasiones haya provocado algún que otro momento tenso para los jugadores, voluntarios y árbitros. Que ése sea el problema…
Rahm (-9) no está por la labor de defraudar a su abuela ni a los 20.000 espectadores que se esperan el fin de semana. Por lo pronto, el de Barrika se ha fabricado una oportunidad de victoria más que razonable. Ha entregado una tarjeta de 68 golpes y se encuentra en la quinta posición, a cuatro del indiscutible líder, Paul Dunne, y a uno de la segunda plaza que ocupan Nacho Elvira, Brett Rumford y Callum Shinkwin.
Miren no ha venido sola, ha traído refuerzos. En la maleta ha metido pastas, palmeras y chocolates de Don Manuel, la confitería más popular de Bilbao situada en la alameda Urkijo, además de chorizo y otros embutidos. Todo para Jon, por supuesto, que en Estados Unidos no puede disfrutar uno de estos manjares. Porque Rahm estará peleando por ganar cada semana un torneo de golf, se estará codeando para ser el Número 1 del mundo, pero para Miren no es más, ni menos, que su nieto.
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La vuelta de Jon no ha sido fácil. Ha vuelto a jugar muy bien de tee a green, pero no ha estado totalmente certero con el putter. Pese a todo, iba construyendo de maravilla su vuelta, paso a paso, birdie a birdie. Se ponía tres bajo en el día en los primeros nueve y después llegaba el frenazo en forma de doble bogey. Pagaba caro una mala salida en el 12. La bola terminó mal colocada, cuesta arriba, en un terreno poco fiable y su segundo golpe se fue al agua. También se le escapó un putt de bogey de algo menos de dos metros.
No obstante, si algo hace bien Jon es rebotar y, una vez más, lo ha vuelto a hacer. Ha terminado con otros dos birdies, uno de ellos en el 13, el siguiente. Ahí Jon no duda en dar mucha parte del crédito al público. “Ha sido increíble. Yo creo que nadie estaba preparado para tanta gente, pero la verdad es que el apoyo ha sido impresionante. Todo lo que me han dicho en el 12 y el 13 me ha servido sin duda para hacer ese birdie y recuperarme”, aseguraba. Después remataba la vuelta con un tirazo espectacular en el hoyo 18. “Ha sido un hierro 6 a 187 metros”, desvelaba Jon. Pegaba en el mástil y se quedaba a tres metros para eagle. Rugió el Centro Nacional, aunque no pudo embocar el putt y se tuvo que conformar con el birdie.
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Paul Dunne (-13) es el gran enemigo a batir en este Open de España tras la segunda ronda. Rahm y el irlandés se conocen bien. De hecho, Dunne ha sufrido en sus carnes la poderosa embestida del jugador de Barrika. Jugó contra él y lo ganó en la final del Europeo Absoluto Amateur por equipos. España venció y Rahm y Scott Fernández ganaron por parejas a Dunne y Gary Hurley.
Miren confía en ver ganar a Jon el Open de España, la muesca que le falta en el cinturón al vasco, aunque si no lo consigue, el objetivo principal estará cumplido. Con trofeo o sin trofeo, lo más importante era estar con él, cenar con él, vibrar con él y plantarle dos besos de amama antes y después de cada ronda.
