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Un cuento a prueba de smartphones

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Hay momentos en los que un golfista tiene la sensación de estar viviendo el cuento de las mil y una noches cuando se adentra en el Trofeo Hassan II…

Es una cita diferente y, sobre todo, muy especial. El Golf du Palais Royal es un campo increíble en el sentido más literal del término. No das crédito a lo que ves.

Su preparación no tiene nada que envidiar al Augusta National. Miman cada brizna de hierba para que el campo del Rey brille con luz propia. Es el orgullo de su hermano, el príncipe Moulay Rachid…

Este torneo es un grande a pequeña escala. Muy pequeña, quizá, pero un grande. Es un caramelo para los profesionales. La organización se vuelca para que nada falte. Todo empieza con el chárter que ponen a disposición de los profesionales desde Málaga para que no tengan que preocuparse por el viaje. A partir de ahí, mil y una atenciones. Pidan y se les concederá. Marruecos sabe que esta semana exporta su imagen al mundo y no quiere el más mínimo borrón.

Los pequeños problemas de organización se deben más a la inexperiencia en torneos de este nivel que a la falta de actitud y, sobre todo, de medios.

Sea como fuere, la joya de la corona de este torneo es el campo. Este año cambia el formato. Se juegan las cuatro rondas en el Golf du Palais Royal. Un acierto al ciento por ciento. El Golf L’Ocean, recorrido donde el año pasado todos los jugadores disputaron una ronda, está a años luz de su ‘paisano’ en Agadir, y eso que hicieron encaje de bolillos los directores del torneo José María Zamora y Miguel Vidaor en 2011 para intentar igualarlos.

El campo del Rey es un extraordinario diseño de Robert Trent Senior. Lo más increíble y real como la vida misma es que el lunes previo al torneo las calles no tienen ni el más mínimo resto de una chuleta, ni una mísera huella de pique en un green. Cada año parece listo para ser estrenado. ¿La razón? Aquí se juegan muy pocas rondas de golf al año. Casi se cuentan con los dedos de las manos.

Los jugadores se van a encontrar un recorrido muy similar al de Aloha. No es muy largo y tampoco le hace falta. Está pegado al océano Atlántico y se defiende con sus pequeñísimos greenes y con el viento. Siempre sopla duro en esta zona. La previsión del viernes anuncia vendaval. Que se aprieten los machos. La escabechina en el hoyo 2 (par 3 de 200 metros absolutamente expuesto al aire) puede ser de época, aunque a buen seguro adelantarán el tee.

La clave en este campo es el tiro a green. Ya ven, muy parecido a Aloha. Hay que estar en el sitio correcto y, sobre todo, ser muy preciso. De lo contrario es muy fácil estar en el rough. Así las cosas, en este primer acercamiento, nos van a permitir que nos mojemos un tanto. Mucho ojo con Eduardo de la Riva. El campo se ajusta perfectamente al juego del catalán. Si mantiene la línea de la semana pasada volverá a estar arriba. Otro jugador con el que siempre hay que contar aquí, especialmente si sopla el viento, es Pablo Larrazábal. Y en cuanto a la Armada extranjera, apunten algunos nombres: David Lynn, David Horsey, campeón defensor, y por supuesto Matteo Manassero, que busca aquí su billete para el Masters de Augusta.

Los profesionales son tratados en Marruecos a cuerpo de Rey, salvo una norma que jamás se pueden saltar: prohibido el uso de los teléfonos móviles de última generación. Si a alguien se le ocurre hacer una foto hacia el palacio real, se le acabó el cuento…