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Un plátano en las últimas veinte horas…

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Gonzalo Fernández Castaño (-9) se subía hoy al tee del hoyo 18, el último de una vuelta bien trabajada (dos menos en el día) que le llevaba al cuarto puesto del Castellón Masters, y de repente se daba cuenta de algo…

Se volvió a su compañero de partido, Ricardo González, y le dijo: “qué hambre tengo…” Después, se puso a repasar el día y enseguida cayó en la cuenta. ¿Cómo no iba a tener hambre si eran las 16,45 horas y no había desayunado y, lo que es peor, tampoco había comido? Tan sólo un plátano a mitad de vuelta, en el hoyo 9. Eso y nada es casi lo mismo, teniendo en cuenta que no se había llevado más a la boca (ni siquiera la clásica barrita energética) desde la cena del viernes.

Seguramente sea sólo una casualidad, pero es bien cierto que el madrileño anda demasiado concentrado en su golf como para darle demasiada importancia, incluso, a semejante necesidad vital. Tiene hambre, sobre todo, de golf y de resultados. La causa es bien conocida: él ha tenido tiempo de quemarse en la larga espera de una recuperación por momentos tediosa, pero no por esos campos de Dios, en lo que sería la rutina habitual de un jugador profesional.

“No me suele gustar demasiado desayunar en el buffet de los hoteles. Así que he pensado, luego como algo en el campo. Y lo he ido dejando, dejando… Hasta que he llegado al mismo hoyo 18 y me he dado cuenta”, explicaba el jugador. Por fortuna, va sobrado de pilas, porque terminaba embocando un putt de veinte metros en el último green del día.

A estas alturas de temporada llega fresco de cabeza y con unas ganas irrefrenables de recuperar su sitio, de volver al top-100 del mundo, de engancharse de nuevo a aquella dinámica mágica que le llevaba a ganar cada año.

Hoy al fin su driver ha carburado un poco mejor. Aunque todavía se lamenta de dos errores con un wedge en la mano y desde el centro de la calle.