Rory McIlroy vuelve a la competición la próxima semana después del doloroso desenlace del US Open. Dos fatídicos putts le birlaron la posibilidad de sumar el quinto Grande a sus vitrinas diez años después.
Tal y como el propio jugador anunció al día siguiente, el norirlandés se ha tomado un periodo de descanso y desconexión para intentar superar el mal trago lo antes posible. Todas las miradas en el Genesis Scottish Open se centrarán, sin duda, en la vuelta de Rory.
Cuando llegue al Renaissance Club de North Berwick, sede del torneo, Rory se encontrará una agradable sorpresa en el hoyo 18.
El pasado lunes se colocó una placa en honor a su extraordinario golpe que pegó en el último hoyo del recorrido. Recuerden el momento: 185 metros, un viento de 40 kilómetros por hora y un hierro dos que aterrizó la bola a menos de cuatro metros de la bandera. Fue, sin duda, uno de los golpes del año y le sirvió para sacar un birdie que le daba la victoria frente a Robert MacIntyre. El golpe era muy complicado, pero es que la presión del momento lo hicieron todavía más impresionante.
«Cuando cumpla 80 años, será uno de los cinco mejores golpes que haya dado en toda mi carrera», dijo Rory McIlroy nada más ganar el torneo.
La vida continua, el golf también y este pequeño tributo recuerda al norirlandés de lo que es capaz de hacer dentro de un campo de golf. Una placa y un torneo que seguro ayudan a Rory a cargar pilas de cara al último Major de la temporada.
