Inicio Grandes Circuitos DP World Tour Una madera 3 inhumana para volver a encender la chispa

Una madera 3 inhumana para volver a encender la chispa

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Pablo Larrazábal © Real Club Valderrama
Pablo Larrazábal © Real Club Valderrama

Valderrama siempre ha hecho tilín a Pablo Larrazábal. Fue un amor a primera vista. Le conquistó en un suspiro porque tiene todo lo que él busca en un campo: “jugar en el sur, campos difíciles donde no se gana con -20 y greenes muy rápidos, me encantan los greenes rápidos”, asegura. Sin embargo, como en toda relación que se precie ha tenido sus picos y sus bajos. Esta semana llegaba al campo de Sotogrande tras una crisis de las potentes, de esas que acaban al borde la ruptura y tras decirse de todo menos bonito…

Algunos lo recordarán. Hay que retroceder en el tiempo algo más de un año y medio, al Valderrama Open de España. Larrazábal llegó al hoyo 16 con las opciones de victoria intactas. Estaba a un golpe del líder, Andrew Johnston, y a partir de ahí… fundido a negro. Pablo enlazó un triple bogey, quíntuple bogey y bogey para acabar más allá del puesto 30º. Terrorífico. El amor tiene que ser muy sólido para que un final así no lo quebrante todo.

Hoy el inicio de la vuelta llevaba el mismo marchamo con el que terminó en su último encuentro con Valderrama. La relación seguía muy fría. Falló por mucho la salida en el hoyo 1 y acabó salvando un buen bogey. Otro error desde el tee en el hoyo 2, pull de unos sesenta metros, admite Pablo. Y ahí resurgió el amor, cómo no, debajo de unos alcornoques… “Tenía 205 metros a la entrada de green y he pegado una madera 3 brutal por el único hueco que había entre los árboles”, describe el español. Era la chispa que hacía falta, el guiño. La bola quedó a principio de green y Larrazábal hizo approach y putt. Ahí todo cambió. Valderrama volvía a caer rendida a los pies de Pablo… y viceversa.

«Tenía 205 metros a la entrada de green y he pegado una madera 3 brutal por el único hueco que había entre los árboles»

De ahí al final, el golfista de Barcelona ha firmado un estratosférico cinco bajo par, jugando un golf de mucho quilates, pegando tiros sensacionales, como en los hoyos 14, 15, 16 y 17. Tampoco ha sido malo el del 18, forzando un slice de casi 20 metros para tratar de cazar el green y haciendo la recuperación desde el rough. Finalmente, vuelta de 67 golpes, la mejor de la tarde, a uno de los líderes: Sergio García y Joost Luiten.

Larrazábal y Valderrama han hecho las paces y vuelven a estar enamorados. El objetivo ahora es mantener el clímax hasta el domingo. No es fácil porque son dos tipos con mucho carácter. Desde luego, Larrazábal va a poner todo de su parte.