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El curioso deporte que ayuda a Tom Watson a superar la muerte de su mujer

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Tom Watson, en Texas, antes de una competición de 'cutting'
Tom Watson, en Texas, antes de una competición de 'cutting'

Adam Schupak comparte este fin de semana en Golfweek, de USA Today Sports, una de las historias más emotivas de los últimos tiempos relacionadas con el mundo del golf. Su protagonista es Tom Watson, ocho veces ganador de majors y uno de los jugadores más importantes de la historia, que recientemente sufrió la trágica pérdida de su esposa.

Adam recuerda lo radiante que encontró a Watson sentado en un lujoso sofá de cuero de la Casa Club del Muirfield Village Golf Club en mayo del pasado año, hablando de su nueva pasión, el ‘cutting’. Un deporte fascinante, según el legendario jugador de golf, pero del que Schupak (como el resto del planeta) no conocía absolutamente nada.

Watson le explicó que se trataba de un deporte ecuestre de estilo occidental basado en la cría de ganado en la que un caballo y su jinete lo manejan durante dos minutos y medio. Los jueces puntúan su actuación en ese tiempo en una escala del 60 al 80, donde a diferencia del golf, cuanto más alta sea la puntuación, mejor.

«Mi mejor resultado es un 74», le contó Watson. «Podría decir que es como hacer un 66 el golf», añadió. Pero ante la cara de incredulidad de su interlocutor, Tom sacó del bolsillo su teléfono y le puso un vídeo… de su mujer. «Mira, esta es mi esposa el último fin de semana. Esto es lo que hacemos», le dijo, orgulloso de la capacidad de Hilary, su mujer, separando una sola vaca del rebaño.

Adam recuerda la sonrisa de Watson viendo el vídeo, como la que mostró en el green del 18 de Turnberry cuando peleó mano a mano con Jack Nicklaus en el British de 1977, o la del birdie del hoyo 17 en la ronda final del US Open de 1982. Pero esa sonrisa desapareció de inmediato cuando sonó su teléfono y escuchó lo que tenían que decirle al otro lado, interrumpiendo su disertación sobre el desconocido ‘cutting’.

Hilary, mujer de Watson, con su caballo de 'cutting'
Hilary, mujer de Watson, con su caballo de ‘cutting’

La llamada era de Hilary, su mujer, y no había dudas de lo que tenía que decirle era importante. La emoción apareció en el rostro de Watson, que apretó los dientes e hizo todo lo posible por no derramar las lágrimas que empezaban a aparecer en sus pupilas. Pero no pudo contener el llanto, y con razón.

Adam escuchó cómo le decía «te quiero» a su mujer varias veces antes de colgar el teléfono y secarse los ojos. Explicó que Hilary había estado librando una batalla contra el cáncer de páncreas desde la noche de Halloween de 2017 y acababa de recibir un informe médico muy positivo. «Sus niveles son geniales», desveló Tom.

Watson, como si apagara la luz con un interruptor, retomó nuevamente la conversación justo donde la había dejado. Pero rápidamente se dio cuenta de que no estaba listo para continuar. Adam acababa de presenciar al ganador de ocho majors, uno de los competidores más feroces del mundo del golf, en su momento más vulnerable. «Tom, tómate un minuto, lo necesitas», le dijo.

Hilary acababa de superar otra ronda más en uno de los combates más difíciles del mundo, contra uno de lo tipos de cáncer de mayor mortalidad. Presenciar ese momento fue inolvidable para Adam, aunque desgraciadamente volvió a su memoria como un jarro de agua fría cuando tres meses después se enteró de que el cáncer de Hilary había regresado.

Sólo el 6% de pacientes diagnosticados de cáncer de páncreas logran vivir cinco o más años. El 27 de noviembre, la noche antes del Día de Acción de Gracias, Hilary murió a los 63 años de edad.

Los últimos meses han sido muy duros para Tom Watson. David Feherty, de la NBC y Golf Channel, muy amigo suyo, le visitó a finales de marzo, tras la cancelación del Valspar Champioship, y terminó montando a una yegua llamada Diva. Feherty tampoco puede contener la emoción cuando recuerda a Hilary, a la que conoció en Sudáfrica hace más de 40 años.

Watson y Feherty compartieron un largo viaje de coche en el que tuvieron mucho tiempo para hablar. David perdió a su hijo por adicción a las drogas, en 2017, y conocía muy bien la angustia de perder a un ser querido. Le recordó a Watson que era natural que siguiera sintiendo un intenso dolor y que de vez en cuando había que gritar «para dejar salir ese veneno».

La vida debía continuar y para Tom, sin el amor de su vida, lo sencillo hubiera sido no salir de su zona de seguridad, el golf. Pero incluso antes de que el coronavirus causara estragos en el calendario profesional, Watson ya sólo planeaba jugar cuatro torneos esta temporada, incluido el Watson Challenge que organiza en Kansas City para los mejores profesionales y amateurs de la zona.

En cambio, en este momento de necesidad, Tom encontró el consuelo y el calor en la gente del ‘cutting’ y su circuito de eventos, donde en estados tan fanáticos como Texas, si no te gusta la exhibición del viernes, con conducir una hora en cualquier dirección encontrarás otra el sábado. Para Watson fue gasolina para seguir superándose.

Hilary, mujer de Watson, con su caballo de 'cutting'
Hilary, mujer de Watson, con su caballo de ‘cutting’

Tom ha dejado de mirar las ganancias del PGA Tour para fijarse en las del ‘cutting’: «Tengo que superar a Hal Sutton. Ganó 42.000 dólares y yo tengo unos 28.000, así que es mi próximo objetivo». ¿Hay algo que describa mejor a Watson que su enorme competitividad?

«Tom es un ganador nato», recuerda Feherty. Su mujer, Hilary, también lo era. Se clasificó para representar a Rhodesia (actual Zimbawe) en las pruebas de salto de longitud, salto de altura y obstáculos en los Juegos Olímpicos de 1976, en pleno boicot al COI por el ‘apartheid’. Nacida en junio de 1956 en Fort Victoria (conocida ahora como Masvingo), su afición por los caballos le viene desde pequeña, cuando ya cabalgaba por diversión y en espectáculos.

No fue hasta 2002, tres años después de casarse con Tom (ambos se divorciaron previamente), cuando visitaron el rancho Windward Stud de Purcell, en Oklahoma, lugar donde comenzó una nueva vida para ambos. Ella montó un caballo campeón del mundo y abrió la puerta a una afición que fue creciendo con el paso de los años, hasta que en 2004 empezó con el ‘cutting’ en el American Royal Horse and Livestock Show de Kansas City.

Tom, inicialmente, asistía a sus eventos como animador y fotógrafo. Ella bromeaba con él diciéndole que no podría usar ninguna de sus hebillas, trofeo que se otorga en los eventos de ‘cutting’, porque había que ganárselas. Watson, cuanto más tiempo pasaba en las gradas, más sentía el guisanillo de estar en el corral del espectáculo. Hasta que se lanzó.

«Es lo que se supone que debes hacer en la vida», confesó en su día a Quarter Horse News. Así que Tom se propuso convertirse en jinete, aprendiendo a montar en Kansas. Y aunque sus comienzos fueron complicados, porque cuando apenas llevaba 10 días entrenándose, en Weatherford, su caballo de prácticas sufrió una lesión y se quedó cojo, encontró solución gracias a Gavin Jordan, entrenador y amigo de la familia, que le regaló otro caballo. No uno cualquiera, sino uno que pertenecía a su mujer.

El valor de caballos como el que Gavin regaló a Watson es elevado, pero no quiso cobrárselo. «Tengo que pagarte algo por el caballo, lo que sea», le dijo Tom. Jordan terminó aceptando «un dólar», precio simbólico, y Watson pudo reanudar sus entrenamientos para empezar a competir, cuando el ‘cutting’ adoptó un sistema de hándicap similar al del golf.

En el invierno de 2016 Watson logró su primer gran hito en la competición, en el Limited Rider de Carthage, en Missouri, que repartía 2.000 dólares de los que Tom ganó 418. Después de conseguir grandes triunfos en el golf, saboreó aquel premio de una manera muy especial. No veía la hora de llamar a su entrenador para contárselo.

«Eres el único ‘cortador’ del mundo que tiene un caballo que vale 418 veces más de lo que pagaste por él», le dijo Jordan, bromeando. Poco después, Watson logró una hebilla tras superar los 2.000 dólares en ganancias y terminar entre los 10 primeros en un espectáculo, a principios de 2019. Pero no se la puso. «No me pondré una hasta que sea campeón».

Mientras, Hilary demostró ser toda una experta del ‘cutting’. Llegó a la final del Unlimited Amateur en todos los espectáculos de la Triple Corona de la Asociación Nacional de Caballos de ‘Cutting’. Pese a someterse a quimioterapia y otros tratamientos, logró ganar más de 72.000 dólares en 2019, más de lo que Tom ganó en el PGA Tour Champions. «Ella es la fuente de ingresos en casa», bromeó Tom.

Cuando le diagnosticaron cáncer de páncreas, Jordan lideró un movimiento entre los competidores de ‘cutting’ para vestirse de púrpura, el color oficial de la batalla contra la enfermedad, en honor a Hilary. En el NCHA Futurity del Cowtown Coliseum, ubicado en el corazón de Fort Worth Stockyards, equivalente a un campo de golf, Tom aceptó el Mary Kingsbury Amateur Sportsmanship Award por sus contribuciones extraordinarias al deporte de ‘cutting’ en nombre de Hilary. Todos los asistentes llevaban alguna prenda púrpura.

«Ella tuvo un impacto significativo en la vida de muchas personas», dijo Tom. «Amaba este deporte con una gran pasión, y logró que yo también lo ame así», añadió.

El 3 de noviembre, poco más de tres semanas antes de que Hilary falleciera, vio la retransmisión en directo en la que Tom ganó el Waco Texas Cutting Futurity Amateur Derby con una puntuación de 221 a lomos de Double Cat Flash, un caballo castrado de cuatro años que en otros tiempos no le habrían dejado montar.

«Nada más terminar lloré como un niño», reconoció Watson. En ese momento, liberó la tensión acumulada los últimos años y experimentó la euforia que atrapaba a su esposa en estas competiciones.

«Ahora ya puedo usar una hebilla», dijo sobre su trofeo, una hebilla de forma rectangular que dice «Campeón» en letras doradas en la parte inferior detrás de un fondo plateado.

Sin embargo, nada puede llenar el vacío en su corazón en los últimos cuatro meses. El tiempo le ayudará a aliviar la pena, pero nunca borrará el dolor de perder a un ser querido. Lo que descubrió es que el ‘cutting’ es el mundo al que ahora pertenece, entre un círculo de amigos que lo han adoptado en su comunidad. Aunque no deja de ser un arma de doble filo: por un lado se siente más cercano al recuerdo de su esposa, pero por otro, extraña tenerla allí.

«Esta es mi vida ahora», asegura Tom. «Había un cruce de caminos y elegí. Me estoy yendo al mundo de los caballos en este momento y realmente estoy disfrutando, aunque todavía soy golfista. No pretendo ser un jinete de caballos, pero estoy tratando de aprender». Esa primera hebilla del cinturón fue sólo un paso para lograr su objetivo. Cuidado, Hal Sutton, Tom ganó 14.000 dólares con su última victoria ya te está pisando los talones en la lista de ganancias…