Ha pasado mucho tiempo. Nada menos que siete meses. Para Tiger Woods ponerse otra vez con opciones de ganar un torneo ha sido como un parto…
Su felicidad tras firmar la última tarjeta del Open de Australia en el recorrido The Lakes, en Sídney, estaba más que justificada. Ha terminado en tercera posición, a dos golpes del ganador, Greg Chalmers, pero al fin ha vuelto a sentir el gusanillo de poder ganar un torneo. “No estaba en posición de ganar desde Augusta. Ha pasado mucho tiempo. Es fantástico estar ahí otra vez, dándome una oportunidad. Por desgracia no conseguí la vuelta que sabía que necesitaba”, explicó el californiano, que rondará nuevamente el puesto 50º del ránking mundial.
Tiger aún le daba vueltas a lo que había ocurrido para no levantar el trofeo. Es la ambición de un extraordinario Número 1. “Si no fuera porque ayer pateé horrible o por los dos malos golpes de salida que he tenido hoy en los segundos nueve, habría estado en la pelea por la victoria seguro. No debería haber tirado a green en el hoyo 13, ya que ese tiro me pilla justo entre palos. O pego la madera 3 muy fuerte o el drive suave. Intenté un drive con mucho slice y no me salió bien. Desafortunadamente fue una mala decisión y me costó un golpe”, se lamentó Woods que hizo bogey aquí.
Sea como fuere, el norteamericano ha conseguido su mejor resultado en un torneo con un field completo desde su última victoria en el Australian Masters de 2009. Era un tipo feliz. “Me he sentido genial. Es muy bueno sentirse completamente sano otra vez”.
