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Estados Unidos revalida su corona y gana su trigésimo octava Walker Cup

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El equipo americano, campeón de la Walker Cup 2021 (© Golf Digest | Ryan Harrington)
El equipo americano, campeón de la Walker Cup 2021 (© Golf Digest | Ryan Harrington)

Puede que para muchos aficionados haya pasado desapercibido pero este fin de semana se ha disputado en el Seminole Golf Club de Florida la 48 edición de la Walker Cup, trofeo que reúne a los mejores amateurs de Estados Unidos, Reino Unido e Irlanda. Salvando las distancias, por el formato de juego y por la repercusión mediática que genera en sus países de origen, esta competición es una especie de Ryder Cup o Presidents Cup reservada exclusivamente a las jóvenes promesas del golf mundial de estos tres países.

La Walker Cup es un torneo de dos días que se disputa entre equipos formados por 10 jugadores amateurs de Gran Bretaña e Irlanda (GB&I) y de Estados Unidos (USA). En ambos días por la mañana se juegan cuatro partidos en modalidad foursome y por la tarde partidos individuales, 8 el primer día y 10 el segundo. Así pues, se disputan un total de 26 puntos a lo largo de toda la competición.

Pero antes de entrar en la apretada victoria americana, debemos preguntarnos por qué este torneo es tan importante para el mundo del golf anglosajón. La respuesta no es fácil y tiene implicaciones que rebasan las fronteras puramente golfísticas.

La Walker Cup, un torneo único con 100 años de historia

La Walker Cup nace a principios del siglo XX con un objetivo muy definido por el presidente de la USGA en aquella época George Herbert Walker: usar el golf como herramienta para fomentar las relaciones internacionales con otras potencias. Las dificultades económicas y sociales derivadas de la Primera Guerra Mundial provocaron un retraso en la consolidación del certamen que disputó su primera edición en 1922. Curiosamente en el National Golf Links of America de Nueva York, el club de origen de Walker, y con victoria local.

Desde entonces, se han celebrado otras 47 ediciones más con un denominador común: victoria de Estados Unidos. Y es que el conjunto estadounidense atesora un balance casi inmaculado con 38 victorias, 1 empate y apenas 9 derrotas. Una muestra más del poderío norteamericano que suma a la hora de explicar su dominio en el mundo del golf.

Durante casi 100 años, la Walker Cup ha servido de escaparate para algunos de los mejores y más brillantes talentos del golf amateur. Estos enfrentamientos bianuales han servido de escenario para que los aficionados vean competir a la próxima generación de estrellas antes de su llegada al golf profesional.  La participación de jugadores de la talla de Jack Nicklaus, Tiger Woods, Phil Mickelson, Rory Mclroy o Justin Rose entre muchos otros pone de manifiesto el nivel competitivo de este torneo a lo largo de los años.

Y otra vez más, Estados Unidos

Dicho esto, la edición de este año no iba a ser especialmente distinta si bien la cosa estuvo más apretada que en las últimas dos ediciones. El sábado por la mañana, en los partidos de foursome, ambos equipos se repartieron los puntos mientras que en los individuales de la tarde la balanza se desniveló del lado americano con 5 victorias y 3 derrotas.

De esta manera, llegábamos al domingo con un marcador de 7-5 que reflejaba lo apretada que estaba la contienda a pesar del amplio favoritismo del cuadro americano. Nueve de sus doce participantes estaban en el top-10 del ranking amateur mientras que el mejor posicionado del cuadro británico-irlandés era Alex Fitzpatrick, en el puesto número 12.

A pesar de las adversidades, Reino Unido e Irlanda ganaron las sesiones matinales del domingo 2½-1½ por lo que acortaban la distancia a apenas un punto con los 10 partidos individuales todavía por disputarse. Por momentos la hazaña parecía posible pero las actuaciones de Ricky Castillo o Cole Hammer terminaron por hacer añicos toda esperanza de remontada.

Con el torneo encarrilado, el jugador que cerró la victoria americana fue el “veterano” de 30 años de edad Stewart Hagestad que sumó, con la de este año, su tercera participación en la Walker Cup. Curiosamente el propio Hagestad fue quien otorgó la victoria al equipo americano en 2017 en su club de origen, Los Ángeles Country Club.

En definitiva, el domingo fue un día muy especial para el golf amateur estadounidense. Con esta tercera victoria seguida y la séptima en las últimas nueve ediciones, queda claro que los jóvenes estadounidenses vienen pisando fuerte y que el golf americano goza de un excelente estado de salud. Estaremos atentos en los próximos años a la llegada de muchos de estos jugadores a los circuitos más importantes del mundo.