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Aquel chaval de 11 años que cruzaba por el green del 3 mucho antes de que existiera…

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Terreno donde está el Centro Nacional de Golf, poco antes de su construcción. © RFEG
Terreno donde está el Centro Nacional de Golf, poco antes de su construcción. © RFEG

El barrio de Montecarmelo es vecino del Centro Nacional de golf y hoy es un núcleo urbano moderno y de clase media más o menos acomodada. No siempre fue así, por supuesto que no. Montecarmelo, en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo era poco más (o poco menos) que una aldea en la que muchas casas, de una planta, muy de pueblo, ni siquiera tenían agua corriente o luz. José Rivero, entonces Pepín más que nunca, creció allí. Y desde allí, una vez cumplidos los once años (estamos hablando de 1966…), se pegaba a diario una señora caminata de unos cuatro o cinco kilómetros hasta el Real Club de Golf de la Puerta de Hierro, o Puerta de Hierro a secas para los amigos, donde entonces comenzó a trabajar como caddie, siguiendo los pasos de su hermano Juan y de otros chavales de la barriada, que habían encontrado allí un filón de oro.

Pepín recuerda perfectamente que en su primer trabajo como caddie recibió la nada despreciable cifra de veinte duros…

Y tanto que era un filón. Había una tarifa fija que se llevaba el caddie, a la que en muchas ocasiones se añadía una generosa propina. El fijo era de 40 pesetas de la época por nueve hoyos y 50 por los 18, aunque él se acuerda perfectamente, como si fuera ayer, de que en su primer trabajo recibió la nada despreciable cifra de veinte duros…

Para llegar desde su casa al club de golf Rivero tenía que atravesar una bella finca abierta, en la que hoy se levanta el Centro Nacional

Para llegar desde su casa al club de golf tenía que atravesar una bella finca abierta y en pendiente, sin apenas árboles y cuajada de retamas, arbustos y hierbas, en la que incluso podías toparte con algún cervatillo despistado… Una finca en la que hoy se levanta el Centro Nacional. Esta semana Pepín se recorre el campo junto a alguno de los profesionales con los que trabaja (Nacho Elvira, Sebastián García Rodríguez, Álvaro Quirós o Pedro Oriol, sin ir más lejos, están en este Open de España) y, como siempre que viene, los recuerdos hacen cola en la memoria. A veces le cuesta situarse, de tanto como han cambiado la orografía, el relieve, las referencias naturales o artificiales. “Cruzaba a la altura de donde se encuentra ahora el green del hoyo 3, el par 3, y bajaba y salía más o menos a la izquierda de donde está ahora el green del 16 (el hoyo 18 en el torneo, el par 5). Detrás del green del 15, allá abajo, todavía se pueden ver algunas casitas bajitas de la época, parecidas a las de Montecarmelo”, nos cuenta.

Vista de los terrenos donde hoy se ubica el Centro Nacional de Golf. © RFEG
Vista de los terrenos donde hoy se ubica el Centro Nacional de Golf. © RFEG

Y allá, por detrás del hoyo 15 también había algunos campos de fútbol de tierra, a donde Pepín y sus hermanos iban frecuentemente a jugar. “Porque a mí lo que me gustaba era el fútbol. Comencé de caddie a los once años y hasta los trece más o menos no me puse a jugar al golf”.

Las vueltas que da la vida: había tardes en las que se ponía a pegar palos en algunas vereditas o terrenos en los que hoy está el Centro Nacional, pero casi cuarenta años antes de que comenzarán a mover tierras para construirlo. Todo un pionero accidental.

Un esfuerzo agónico y un cartucho desperdiciado