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Dejar que las cosas caigan por su propio peso

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Álvaro Quirós con su padre en Morgado Golf. © Tengolf
Álvaro Quirós con su padre en Morgado Golf. © Tengolf

“Dejar que las cosas caigan por su propio peso”. La sentencia es de Martín Quirós y está referida, naturalmente, a las actuales circunstancias profesionales que vive su hijo, Álvaro, el pegador descomunal de Guadiaro. Está referida al hecho concreto de ver sobre el terreno que Álvaro le está pegando notablemente a la bola. Al hecho de comprobar que su swing ha recuperado al menos parte de su naturalidad, aquella que llegó a pasear en los escenarios más glamurosos. Pero también está referida a una certeza sabia: los peldaños, en la vida y en el golf, suelen subirse de uno en uno y pueden bajarse fácilmente de tres en tres…

Y de la vida y del golf sabe mucho este hombre, que es pura honestidad andante, currante infatigable, jardinero a mucha honra, caddie en sus años mozos y un buen hándicap 9 cuando la afición y las ganas le daban para jugar dos veces por semana. Forjado en La Cañada, menuda forja, curtido al sol del sur de España.

Martín es esta semana (como lo ha sido otras tantas, por otro lado) el fiel escudero de su hijo. Aquí, en Portimao, está junto a él haciendo de padre, claro, pero también de utillero si hace falta. Disfrutó el martes, viéndolo sumar seis o siete birdies en el generoso Morgado course del Morgado Golf Resort (Portimao, El Algarve), donde mañana comienza el Open de Portugal. Y también hoy, miércoles, terminando la ronda del Pro-Am con un más que eficiente -4 particular en una jornada muy ventosa.

Martín Quirós no se va a venir arriba por unos cuantos birdies, más o menos festivos. No tiene prisa. O mejor dicho: considera indispensable que su hijo no la tenga. “Dejar que las cosas caigan por su propio peso”, eso es lo que toca, porque en competición los birdies y las tarjetas apabullantes salen menos, cuestan más.