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Estaban diseñando el golpe del día y a Elvira le entró la risa…

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Nacho Elvira, hoy durante la segunda ronda de Abu Dhabi © Thos Caffrey | Golffile
Nacho Elvira, hoy durante la segunda ronda de Abu Dhabi © Thos Caffrey | Golffile

Hoyo 13. Nacho Elvira está peleando por pasar el corte. La remontada está siendo seria en esta segunda ronda del Abu Dhabi HSBC Championship. Marcha tres bajo par en el día y se ha colocado al par. Necesita alguna vuelta de tuerca más.

El cántabro falla la salida a la derecha. La bola acaba en el rough, hundida, como casi todas las bolas que son engullidas por este rough espeso de Abu Dhabi. Están a 114 metros de la bandera y Nacho prepara el golpe junto a su caddie, Diego Suazo.

No es un tiro sencillo, pero Diego lo tiene muy claro. La conversación transcurre así: “Tenemos 114 metros a la bandera y unos 99 a principio de green, justo pasado el búnker. Es el 52 grados, a botar justo al inicio del green y que ruede hasta el hoyo porque saldrá suelta de la hierba alta”. Simple. Directo. Elvira lo mira a los ojos y se ríe. “Sí claro, como si fuera fácil”, comenta el cántabro. Son los prolegómenos del golpe del día.

Cuando la embocas desde 158 metros y tu caddie casi ni lo celebra

Tal y como la bola sale del palo a Nacho le sale del alma: “Pues mira, ahí va…”. Le había pegado bien y la bola viajaba tal y como habían planeado. Efectivamente, botó justo después del búnker, a principio de green y agarró el carril bueno. “Sigue, sigue, sigue…”, le gritaba Suazo. Y siguió, siguió y siguió hasta meterse en la cazoleta del hoyo. Eagle. Una de esas veces en las que un golpe sale igual que estaba dibujado en el papel.

Este momento brillante de la vuelta es un reflejo del juego hoy de Nacho. Ha firmado 67 golpes, su mejor resultado de siempre en Abu Dhabi. De hecho, es la primera vez que baja de 70 golpes. Ha sido al décimo intento. Estaba más que satisfecho, aunque el regusto amargo del 75 entregado ayer aún pesaba en el ambiente.

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Sea como fuere, el cántabro es optimista. Poco a poco se está adaptando al nuevo material. Ha cambiado de palos cuatro años después y no es fácil ajustar todas las piezas. Está muy cómodo con los hierros, los wedges y la madera 3, pero aún no termina de sentirse a gusto con el driver. “Creo que todavía no tengo la varilla que mejor me viene, pero no quiero poner excusas, es cuestión de ir adaptándose lo antes posible”, afirma.

Con lo que sí se encuentra muy contento es con el putter. Está funcionando a las mil maravillas. Obviamente no entran todos, pero siente que controla el palo y que la bola hace exactamente lo que él decide. Después, entrarán o no, pero desde luego es el gran salto de calidad que ha pegado este invierno.

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