Esta vez no ha caído el hoyo en uno en el 14 del año pasado, ni tampoco una tarjeta puntera de 66 golpes en la primera jornada, pero Jorge Campillo (-3) ha vuelto a protagonizar un buen comienzo en el Turkish Airlines Open. De todas maneras, según se ve, habrá que volar en el Regnum Carya Golf para dar caza a los líderes: hasta tres registros de 64 golpes se han dado, siete menos en el día, los de Nicolas Colsaerts, Joost Luiten y Haydn Porteous. Cascada de birdies y, mucho ojo, un solitario bogey entre los tres.
El golf profesional de élite rebosa salud, puntería y manicura, está guapísimo, lo que seguro que es motivo de celebración. En cuanto salen días limpios y gozosos, como el de hoy en Antalya, como las dos primeras jornadas del HSBC, el que anda fino puede hartarse. Son muy buenos estos muchachos… Pero hay que reconocer que se echan de menos más semanas como la de Valderrama.
Campillo, decíamos, ha comenzado con buen pie. Le gusta el campo, se siente bien en estos greenes duritos, rápidos y nobles. El año pasado, como nos recordaba ayer el extremeño, se liaba al final de la segunda vuelta y luego no pudo regresar a los puestos de cabeza. Está avisado. Tampoco parecen nada malas las tarjetas de Adrián Otaegui (-2) y Nacho Elvira (-2).
No obstante, y salvo que los greenes ganen más y más firmeza, da la sensación de que esta semana hará falta al menos un 65 o un 66, quizá dos, para dar la murga a los líderes. Cuanto antes caigan los tarjetones, mejor. Pablo Larrazábal (+10), ni por esas podría luchar por casi nada. Al barcelonés, que entregaba un sorprendente 81, se le puede hacer la semana larga como un día sin pan, pues no hay corte, pero no queda otra que regresar a la arena y tratar de disfrutar y de corregir errores.
La lucha en fascículos por la Race ha comenzado sosita en tierras turcas, aunque Justin Rose (-2) ha cogido una pequeña ventaja sobre Tommy Fleetwood (PAR), que no termina de carburar, pero al que tampoco termina nadie de inquietar.
