Segundo torneo de las Rolex Series, el Open de Francia. Lo tiene todo: bolsa millonaria (siete millones de dólares), un elenco más que notable (un tercio del top-100 mundial y casi una docena de top-50 mundiales) y un campo, el Golf National, que es un auténtico disfrute para la vista y un reto apasionante y de alta tensión para el profesional.
Tiene algo más: el estreno de Jon Rahm en Europa como profesional. Por supuesto, y aunque el grueso de su carrera transcurra al otro lado del Atlántico, también está llamado aquí a romper moldes. A dejar huella. Cuanto antes, mejor. Si es esta misma semana, mejor que mejor.
La presencia del joven vasco, además, servirá como acicate y estímulo a toda la Armada española, cuyo estreno en las Rolex Series, en Wentworth, fue más bien pobre: allí apenas dos de los nuestros pasaron el corte (Larrazábal y Campillo) y el 24º puesto de Pablo fue lo mejor de la cosecha. Afortunadamente, nos tienen acostumbrados a otro tipo de actuaciones corales y al Rolex, sirva la figura, hay que comenzar a darle cuerda cuanto antes.
Han pasado ya siete años desde la victoria de Miguel Ángel Jiménez en el Open de Francia, la última pica española en tierras galas, pero la historia de este torneo sigue teniendo un inconfundible sabor español. Desde que Ángel Miguel ganara en 1956, recogiendo el testigo de un tal Byron Nelson, ganador el año anterior, hasta siete españoles más cantaron victoria (Ramón Sota, Seve, Pepín Rivero, Miguel Ángel Martín, Olazábal, Pablo Larrazábal y Jiménez), con mención especial para el de siempre, el gran Seve, que ganó cuatro veces el Open de Francia en cuatro campos distintos…
En el Golf National están los mismos de Wentworth (Larrazábal, Campillo, Cañizares, Quirós, Otaegui, De la Riva, Elvira, Pigem y Anglés), dispuestos a sacarse la espina, que no es cuestión de andar dilapidando citas tan redondas y sabrosas como la que nos ocupa, reforzados con la citada presencia de Rahm y la incorporación del gran capitán, José María Olazábal.
